dos

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JiMin creía oír el suelo. Los pasos, las voces de las personas se escuchaban mejor cuando el posaba su oreja en aquel lugar. Podría parecer algo tonto, pero era cierto. De todas formas, no tenía nada más que hacer. Estaba encerrado desde la noche anterior en una habitación que no conocía dentro del hospital. Era blanca, al igual que su habitación original, pero no tenía buena iluminación, no estaba su cama (ni un lugar para recostarse) y ni siquiera su tela para poder colgarse y dar vueltas. El aburrimiento comía su interior y lo único que podía hacer, entonces, era oír el suelo.

A los pocos minutos sintió unos pasos acercarse, pero no hizo nada al respecto hasta que la puerta de aquella habitación fue abierta. La cabellera castaña de su psiquiatra favorita se asomó y lo observó algo atónito. Quizás no esperaba encontrarselo en el suelo.

—Taetae— susurró JiMin con un hilo de voz. Estaba algo adormilados, entonces recordó el pinchazo que le dieron antes de meterlo en ese lugar —¿Cuándo podré volver a mí habitación?

La cara del moreno parecía impenetrable y, sin decir ninguna respuesta para JiMin, este entró y tomó al más bajito del brazo, algo brusco, para levantarlo de un solo impulso. JiMin se quejó por lo bajo, más no dijo nada, de todas formas no le había dolido. Fue más el efecto de la sorpresa.

—No conosco esa información, Park. Tú solo camina.

Salieron de la habitación, Tae cerrando la puerta tras ellos, y caminaron por los fríos pasillos del lugar. Las luces cegaron un poco a JiMin, había pasado mucho rato con los ojos cerrados y expuesto a luz tenue. También sintió como la temperatura de su cuerpo bajaba unos cuantos grados, ahí descubrió que quizás esa sea habitación sí tenía algo bueno: calefacción.

Llegaron a una habitación con una firme puerta de metal gris. Tae disminuyó la fuerza en su agarre, lo que JiMin agradeció en silencio, aunque aquello duró solo unos segundos, ya que pronto, dos hombres se hicieron cargo de su cuerpo, inmovilizandolo al instante. JiMin quiso zafarse, pero no tuvo la fuerza suficiente. La droga aún corría por su venas, aún sentía el aire como nubes.

—Tae, ¿Qué ocurre?— habló con voz algo temblorosa. No era normal que lo tratarán de aquella forma, el no se comportaba mal en aquel lugar. De hecho, muchos médicos decían que su comportamiento era ejemplar —No iba a intentar nada, de verdad.

Una risa, que intentó ser cruel e irónica, pero se quebró en un deje de miedo, fue oída. JiMin subió su vista algo perturbado, Tae no podría quebrarse frente a él ¿No? Eso sería un suceso deplorable.

—Eres un gran actor, JiMin. ¿Cómo creerte ahora? De todas formas, fueron órdenes de él doctor SeokJin.

Por la posición en la cual se encontraban, JiMin no podía observar a Taehyung. Los hombres desconocidos lo tenían firme mirando hacia el frente, hacia la puerta, sin posibilidad de girarse.

—¿Qué es todo esto?

—Ya lo sabrás, pequeño, estamos esperando a que se pase el efecto del sedante.

De un momento a otro, los ojos de JiMin fueron cubiertos por una tela negra que fue atada con rudeza en la parte trasera de su cabeza. JiMin comenzó a mover su cabeza frenéticamente, odiaba que le taparan los ojos. Lo detestaba y el que cada vez la relajación muscular disminuyera con cada segundo que pasaba, no ayudaba en nada. Frente a Tae no, frente a Tae no, se repetía en su mente y modulaba con sus labios. Lo había sabido manejar muy bien, extremadamente, de hecho, no dejar que su lado "chimmy" apareciera en todo ese tiempo era el causante de que se pensara que tenía un excelente comportamiento.

La sangre en sus brazos volvió a correr con fuerza, tenía el control nuevamente y eso fue notado por los hombres que lo afirmaban, ya que sus brazos parecían mas firmes. En ese mismo instante, escuchó como la gran puerta gris era abierta. Era un sonido estridente y molesto, que lastimó sus oídos, que por estar momentáneamente cegado, estaban más sensibles y estimulados. Fue jalado hacia adelante por sus opresores y no tuvo otra elección que empezar a caminar. Siendo sincero, tenía algo de temor, así que sus pasos fueron algo nerviosos y desconfiados, aunque burdos. El aire, el ambiente a su alrededor se sentía diferente, supuso que ya había entrado a la habitación que aquella gran puerta escondía. Olía a limón y a diferentes productos de limpieza, también un poco a etanol. Supuso que se encontraba en un lugar muy prolijo. 

oscuras necesidades × kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora