Capítulo 4: Hogar.

14.5K 1.5K 157
                                    


Hogar

Luego de recibir diez mil instrucciones de Adam, quien resultó ser increíblemente sobreprotector conmigo, además de su reiterada propuesta de que podía irme con él y no matarlo de la angustia, al fin era libre. Fue complicado para él dejarme ir, pero había logrado montarme en el vehículo con mi familia, rumbo a mi antigua ciudad.

Mi padre manejaba, concentrado en la carretera, mientras que mi madre iba entretenida en su celular, de copiloto. Hannah me ofreció el puesto de la ventanilla, alegando que solía ser mi favorito siempre que viajábamos en familia.

Noté, con un extraño sentimiento en el pecho, que la única que parecía conocerme era mi hermana menor.

Ethan no me había dirigido la palabra en todo el viaje, parecía concentrado en lo que fuera que estuviera viendo en su teléfono. Aunque anteriormente me había sorprendido con varias visitas al hospital. Siempre se mostraba serio, pero había cierta calidez en sus acciones.

No era alguien fácil de entender, su manera de demostrar afecto no era lo común, pero poco a poco iba a avanzando en nuestra relación.

Debía admitir que extrañaría tener al doctor cerca, a pesar de que sólo había pasado seis noches —despierta— en el hospital y tres días desde la declaración de Adam. Aún estaba conmocionada. Recordé con exactitud el momento, reviviendo las emociones. Sabía que Adam no me presionaría con una respuesta, él entendía que mi mundo había cambiado por completo.

Antes de irme, Adam me había entregado mi teléfono, con su número registrado en el marcado rápido. Me aseguró que estaría bien, sin embargo, él no se sentiría tranquilo si no me llamaba al menos cada noche para preguntar por mi progreso. Me había dolido dejarlo, pero sentía que debía tomarme un momento, un tiempo, para mí, reorganizar mi vida e intentar darles orden a mis sentimientos.

Como un pequeño extra, también debía intentar descubrir que rayos pasaba con esa extraña familia. No entendía cómo es que cada quien estaba por su lado, sin hablarse, sin intentar convivir. Veníamos juntos, pero nadie decía nada. Era igual a estar sola. Por eso prefería pensar en Adam, en la calidez que él me había brindado.

La distancia que Adam había tomado, luego de su romántica declaración, me dolió, pero yo entendía que para él también era una nueva situación, una que jamás se imaginó. Lo admiraba. Él era una persona muy fuerte y madura. Quizás no fue mucho el tiempo que estuvimos juntos, pero cada segundo me lo había demostrado.

No sabía qué clase de sentimientos tenía hacia él, pero sin duda era algo muy fuerte. Tendría tiempo para averiguarlo cuando todo estuviera en orden. Si recuperaba mi memoria, podría saber todo lo que sucedía respecto al apuesto doctor y decidir qué hacer. Era imposible tomar una decisión en estos momentos de mi vida.

Sentía como si todo se tambaleara. Cada vez que creía saber algo, ocurría otra cosa que me hacía pensar completamente diferente. Por lo tanto, lo primero que necesitaba hacer, era encontrar las piezas del rompecabezas, para luego darle forma.

Después de dos largas horas de viaje, al fin mi padre se estacionó frente a una casa que parecía sacada de los sueños de alguna adolescente. Parpadeé, totalmente sorprendida.

Este lugar no era para nada lo que había imaginado. Podría considerarse una mansión. Estaba en la mejor residencia de la ciudad, escuché a Hannah comentarme, justo a mi lado. La estructura era inmensa, con tres pisos de color blanco y decoraciones elegantes en cada rincón. Las gigantes ventanas mostraban un vistazo del increíble interior.

El jardín fue lo que más me atrajo, parecía el lugar perfecto para perderme por un rato y poder asimilar todo lo que estaba fuera de sitio en mi vida. La puerta era de un elegante color marrón, imponente. Un mayordomo salió a recibir a la familia, definitivamente esto no era lo que me había imaginado antes de llegar.

Yo sí te recuerdo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora