Capítulo 4

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-Hola Stefano, necesito que me ayudes- hablé al entrar al consultorio, cerrar la puerta y sentarme al frente de él con los ojos rojos y muy hinchados de tanto llorar -. Mataron a mi novia Stefano pero lo extraño es que yo vi todo- sus ojos se ensanchan con asombro-lo vi en un sueño, observé al tipo pero no podía hacer nada, lo intenté, incluso antes de saber que era mi novia, pero yo era invisible, no me escuchaban ni me veían, pero no entiendo nada, ¿cómo es qué pasó igual tanto en mi sueño como en la vida real?-mis lágrimas se hacen presente otra vez, como voy a poder vivir sin ella.

-Tranquila Judith, tienes que respirar y contarme exactamente como fue tu sueño y qué pasó cuando te despertaste- habló con una voz muy suave mientras me acariciaba la mano. Solté un sonoro suspiro y proseguí a contarle todo mi día, me detenía a llorar cada dos palabras, pero él esperó pacientemente a que terminara la historia. Cuando estuve más calmada me realizó varias preguntas y exámenes hasta que se acabó la hora de la consulta.

Al llegar a mi casa en la cera estaba parado un hombre, pero no cualquiera, sino el que había matado a mi novia, ¿qué viene a buscar? ¿será qué me viene a matar? Con mucho coraje agarré la pistola que guardábamos siempre en la puerta del carro, me bajé apuntándolo y le ordené que entrara a mi casa, me miró totalmente atónito, primero a los ojos y luego al arma y realizó lo que le dije sin protestar, ya dentro de la casa él soltó una sonora carcajada y me preguntó- ¿cómo es que tú sabes que yo maté a tu novia y la policía no? o no lo sabías y simplemente está es tu manera de recibir a todas tus visitas-. Me tiembla la mano de rabia al escuchar sus palabras, ya no cabe dudas, si fue él. Cómo puede confesar tranquilamente lo que hizo y con el descaro de reírse, me mira con una prepotencia que no me deja pensar con claridad.

Así que le disparo los dos hombros tirándolo al piso, ya no hay vuelta atrás, lo quiero muerto, lo arrastro hasta la cocina donde agarro mi cuchillo favorito y lo deslizo por sus costados tal como él hizo con mi novia, nunca pensé que ver una cara de dolor masculina me haría sentir tan bien, le quito el pantalón y apuñaló sus testículos y luego le corto el pene sus gritos son más deliciosos que cualquier canción clásica -. Esto es para que más nunca te queden ganas de violar a alguien.

Al moverme para
buscar el martillo entre las gavetas, él se incorpora tomándome por sorpresa, mientras se me lanza encima cayendo los dos al piso, me tiene acorralada con su cuerpo manteniéndose con los brazos y rodillas, me sonríe y me dice- no sabes cuánto disfruté follarme a tu novia y lo disfrutaré al doble cuando te haga lo mismo a ti- me golpea fuertemente la boca ocasionando que salga sangre, pero con la misma velocidad yo respondo, antes de que me vuelva a pegar yo levanto la rodilla y le doy fuertemente en lo poco que queda de su genitales, el dolor hace que se contraiga y lo pueda tirar a un lado de mi cuerpo; rápidamente alcanzo el martillo y le golpeo el estómago, brazos y la cara hasta que queda casi inconsciente, la adrenalina que sentía no me permitió detenerme, pero para que parar, el mundo no va a extrañar a un imbécil como él.

Vuelvo a agarrar el cuchillo
- tú mataste a mi novia con treinta apuñaladas, pues yo te mataré con sesenta- prosigo y al llegar a sesenta continúe hasta quedar satisfecha, perdí por completo la cuenta, su cuerpo quedó destruido, le hice justicia a mi novia y a cualquier otra chica que este idiota haya matado.

Me tengo que deshacer de él, me provoca izarlo como a una bandera, pero tristemente en este país es ilegal el asesinato y no quiero ir presa así que mejor lo escondo rápido, lo arrastro por toda la casa y las escaleras, hasta llegar a un armario de la casa que se encuentra en el pasillo del segundo piso, lo dejaré ahí y cuando la policía no esté rondando por mi casa lo lanzaré por un tiradero.

Dedos teñidos en sangre de unicornioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora