blue.

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Ambos estaban de pie frente a la gran chimenea de la casa Salvatore, no había sido limpiada en días y mucho menos le había dado el mantenimiento adecuado, ciertos trozos de carbón seguían ahí y Elijah podía jurar que tenían más tiempo de existencia de lo que se podía imaginar, pero claro, estaba exagerado para así despejar su mente de todo lo que Caroline estaba por decir, pues podía notar la ansiedad de sus movimientos, incluso los movimientos torpes que daba. A pesar de tanto años ambos se sentían incómodos en la misma habitación, pero en ese instante era mucho más importante lo que ella tenía que decir.

—Es sobre Klaus —dijo Caroline tratando de parecer tranquila.

—Lo supuse desde antes de llegar aquí —respondió jugando con los adornos sobre la chimenea—, pero necesitas ser un poco más específica, Caroline.

Caroline lo pensó por unos segundos mientras trataba de pronunciar alguna palabra o crear una frase coherente, pero en lo único que pensaba era en su miedo y dolor, pues había crecido, cambiado y estaba lista para empezar de nuevo, pero de la misma manera estaban por arrebatarle a alguien que amaba.

—Klaus sólo tiene una solución para el "problema" —dijo mientras pasaba sus manos por su cabello.

—¿Qué clase de solución? —ahora toda su atención estaba en Caroline.

—De alguna manera consiguió está... —las palabras se le escapaban, había olvidado si quiera que era lo que iba a decir—, arma, una estaca...

—Del roble blanco —dijo con desesperación Elijah. Con la mirada fija en Caroline.

—La va a usar en sí, va a terminar todo.

—Es imposible —balbuceó Elijah, caminando hacia ella—, yo mismo quemé cada una de ellas, incluso acabamos con las nuevas.

—¡La he visto, Elijah! —exclamó Caroline sintiendo impotencia ante la poca credibilidad que daban sus palabras—, me la ha mostrado y me ha pedido que no se lo diga a Hope.

—Hope. Ella no merece nada como eso, debería...

—Es demasiado para ella. No deberíamos hacerlo. Debe de haber otra solución.

—Si Klaus ya ha decidido —Elijah se dio la media vuelta y volvió a la chimenea—, si Klaus no ha querido hablar de ello es porque se le han acabado las soluciones.

—Siempre hay una solución aunque parezca descabellada —Caroline seguía peleando con todas sus fuerzas—, no podemos dejar a Hope...

—¿No quieres que deje a Hope o no quieres que te deje a ti? —preguntó Elijah molesto, apuntándole con el dedo.

—¿Podrías escuchar lo que dices? ¡Es tu hermano!

Las respuestas le venían a la cabeza, Elijah se sentía abrumado y celoso, molesto porque su hermano después de todo no confiaba lo suficiente como para contarle su plan, ¿después de tantos años aún seguían haciendo lo mismo? Cuando su mente estaba por estallar se dio cuenta que en ese momento la única persona desesperada por salvar a su hermano era Caroline, alguien que no eran tan recurrente en sus vidas, pero había hecho tanto en Klaus que se sentía atónito.

Elijah dejo a un lado la furia y se sentó a reflexionar lo que debía hacer, jugueteando con los gemelos de su camisa, de vez en cuando observando a Caroline de soslayo para saber si aún seguía con él, se le veía tan cansada y agobiada frente al fuego de la chimenea. Una punzada de culpa golpeó a Elijah y recordó cuando Hayley hacía exactamente lo mismo, cuando se sentía mal o la habían hecho sentir aún mucho peor.

¿Y si esa era la forma en que su hermano le perdonaría? Dejándolo ser feliz y libre, con su hija y el amor de su vida. Él no tenía a quien rendirle cuentas y mucho menos a quién esperar a la hora de ir a dormir.
—Sé qué tenemos que hacer —dijo por fin Elijah. Sus palabras hicieron temblar a Caroline—: debemos cambiar al recipiente.

Caroline estaba confundida y le miraba con melancolía, porque a pesar que no te conociera en lo más mínimo sabía ser una persona incluyente y empática. Y ahora en el momento más decisivo de la noche, Elijah había entendido lo que Klaus había visto en esa chica.

—Tienes que poner toda esa magia en mí —dijo Elijah con la mirada pérdida y pasando su dedo sobre sus labios, estaba pensando en como saldría todo.

—Klaus no lo va a permitir —interrumpió Caroline—, va hacer que arda la ciudad entera si no hacemos lo que pide.

Elijah se colocó en pie y acomodó su traje, incluso revisando su reloj. Caroline estaba entendido solo la mitad del plan; seguía sin entender cómo trabajar con él le había sido tan sencillo a Elena, que alguna vez fue su amiga e incluso había pretendido ser Katherine.

—Llegaremos muchos más temprano —dijo él y salió por la puerta frontal sin ver de nuevo a Caroline.

Incómoda se quedó de pie tratando de esperar una señal divina que era evidente, no había más por decir. Tomó coraje y decisión pues si el plan no funcionaba  —porque al menos para ella no había uno—, tenía que despedirse de él, una última mirada no estaría de más.

Pureté Donde viven las historias. Descúbrelo ahora