safety.

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Elijah despertó en su habitación, con las sábanas envolviéndolo en una fresca mañana de verano. La luz del sol entraba por la ventana irritandole los ojos, tuvo que cubrir su rostro con su mano. Todo estaba igual a como lo recordaba, a excepción de el aroma a comida; después de milenios de inmortalidad se sentía hambriento y no como lo sentía siendo vampiro, sino como un humano, se sentía lleno de vitalidad y tan jovial que no se percató de que estaba de pie y vistiéndose con velocidad. En el reflejo del espejo veía a alguien más, con el cabello despeinado y si anillo de sol, alguien que volvía a ser humano.

Salió siguiendo el aroma a comida, incluso su olfato había disminuido pues eligió erróneamente de dónde venía el aroma, a pesar de conocer esa casa como la palma de su mano, en ese momento se sentía tan perdido como si fuera totalmente nuevo. Sus sentidos se sentían tan diferentes, todo tan disminuido que se sentía aliviado de no escuchar todo lo que pasaba en la ciudad, solamente escuchaba lo que estaba dentro de casa. Podía escuchar solamente el golpe de sus pies descalzos sobre la madera vieja de los suelos.

Cuando terminó de recorrer pasillo y habitaciones llegó a la cocina, que en la realidad había sido destruida pues no necesitaban nada de eso, eran más que apariencias para que la gente no tuviera sospechas; era de nuevo como la habían construido tantos años atrás que sentía que le volvían tantos recuerdos en ese lugar. Le cortaba la respiración pensar en su familia. No la estaba buscando porque sabía que no iban a estar ahí, ni siquiera los difuntos, pues si ahí era el lugar donde iba a pasar la eternidad tendría que estar solo.

— No del todo.

Todo el cuerpo de Elijah se congeló, mientras su cuerpo era recorrido por constantes escalofríos. Cuando giró se dio cuenta de que estaba ahí de pie. La persona a la que más le debía en este mundo. Su madre.

— ¿Qué es esto?— preguntó Elijah casi sin habla.

— Nuestro hogar.

Antes de poder decir algo apareció en la puerta, con la mirada llena de luz como la última vez que la había visto con tantas cosas que decir. Se veía igual de hermosa que siempre y con el cabello recogido.

— Estás aquí— dijo Hayley sonriendo.

Ambos corrieron a un encuentro que no se esperaba pues Elijah aún se culpaba por lo que había pasado unos días atrás, incluso tomó su cabeza y respiro sobre su cabello, era el mismo aroma que le hizo romper en llanto, un llanto que nadie ha visto jamás, una combinación entre súplicas y susurros entre dientes. Hayley también estaba llorando pero trataba de sostener el cuerpo de Elijah y mantenerlo cuerdo, pues parecía que estaba al borde de la locura.

Hayley tomó su rostro y lo besó, a pesar de que él se encargará de separarla de él, ella estaba aferrada tomándolo de la barba que llevaba al menos ahí una semana, jamás le había visto en ese estado y se sentía aliviada pues estaba ahí la culpa que espera que le recordará que jamás debía dejarla ir, pero también le dolía saber que el hecho de su muerte le hubiera hecho el alma pedazos.

— Te amo— dijo Elijah.

— También te amo.

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