Pureté

eternal.

Hubo tanta molestia ante la decisión de Elijah, pero estaban en ese punto donde no se podía retroceder el tiempo ni mucho menos cambiar lo que ya había pasado, porque ni la misma Hope podía hacer algo para ayudar a sacar todo ese de Elijah, ninguna magia en la faz de la tierra estaba de su lado en ese momento, no con tan poco tiempo sobre el reloj. Freya había buscado y tratado de mejorar el estado de su hermano, tratando de retrasar lo que estaba por llegar y darles algo de tiempo, pero él se estaba negando, se negaba a que le dejarán vivir más tiempo de lo que necesitaba. Solamente había acordado ir a Nueva Orleans a despedirse de todos ellos y tratar de dejarlos en paz.

Hicieron un gran festín, donde todos los hermanos y amigos estaban sentados celebrando, olvidando que era claramente un funeral y una gran despedida. Elijah no podía centrarse en ellos y pensar en lo que estaba por venir, a él también le causaba ansiedad y conflicto pensar que estaba por abandonar a toda su familia, incluso a los que no lo deseaban ver cómo Marcel, pero si estaba tan apegado a Rebekah merecía ser perdonado y aceptado como él ya lo había hecho. Su alma estaba tan llena de felicidad por ver a toda su familia junta y sonriendo, sin necesidad de estarse matando entre sí. Estaba claro que no necesitaban un mediador, no lo necesitaban en ese lugar.

En plena celebración Marcel se acercó a él, con la esperanza de poder desaparecer los roces que existían en ellos. Buscando incluso paz para el resto de su vida y paz para él que estaba a punto de irse, no estaba seguro si había algo más después de la muerte, pero estaba seguro que no era uno de los mayores problemas que tenía Elija, en realidad parecía no importarle en absoluto, como su ya supiera lo que le esperaba después, tal vez alguien le había informado y no había querido compartir esa información con nadie más.

— Marcellus —dijo Elijah levantando su copa.

— Elijah —le respondió brindando con él.

Aún seguía siendo difícil la comunicación, pero las barreras cayeron cuando se sentaron en el mismo sofá, bebiendo más de la cuenta y tratando de recordar momentos incómodos e increíbles.

— No puedo creer que Elijah Mikaelson estaba a punto de irse.

— Estarás a cargo de mi hermana menor.

El tema incómodo por completo a Marcel, no esperaba hablar con él sobre su relación con Rebekah, en realidad nunca lo habían hecho aún sentía temor incluso de Klaus, con la promesa de asesinarlo si osaba herir a su hermano; sin embargo, Elijah parecía tomarlo con calma como si ya lo hubieran hablado antes.  No había sido después de todo tan difícil volver a abrirse ante el hombre que alguna vez también lo crío.

— Para mí siempre fuiste un Mikaelson— dijo Elijah admirando su copa—. Siempre estuviste a nuestro nivel.

— Ya no estoy interesado en tener tu aprobación—, le respondió Marcel, con ese carisma que le hacía sobresalir.

— Claro que sí. Pero no de mí, está claro. Klaus te considera de su familia y digno de Rebekah. Puede que no lo admita pero de todos eres el que más aprueba.

Marcel soltó una carcajada y bebió más esperando que el tema se dirá por terminado.

— Tan digno como para acomodarla en todos sus sueños y travesías desde ahora—le dijo Elijah dejando completamente desconcertado a Marcel.

Elijah de verdad esperaba que Marcel fuera lo suficientemente bueno para soportar lo que estaba por venir, pues sabía lo de la cura en Mystic Falls, sabía incluso que Klaus había buscado más que una solución al problema de Hope. Su familia estaba por reconstruirse de un cambio radical, con Freya felizmente casada al igual que Kol.

Se levantó para observar desde lejos a su familia estar más unidos que nunca, incluso ver cómo Klaus volvía a hacer bromas y reír a carcajadas junto a Kol y Davina; no recordaba haber perdonado tan rápido y haber permitido entrar a una bruja a su familia, incluso haberla hecho parte de ellos. Las lágrimas le brotaban de los ojos, estaba listo y no necesitaba nada para su viaje.

Si estaba en lo cierto había algo más allá, pero si no era así estaba seguro de que estaría en paz consigo mismo, pues no tenía miedo de abandonar a todas esas maravillosas personas y déjalas llevar su vida independiente del lazo de sangre que los obligaba a volver al mismo lugar. Rara vez aceptaba que no era indispensable para ellos, pero con Hope, bueno ella se había vuelto el pilar más fuerte de todas familia.

Klaus dejó de sentir la presencia de su hermano, incluso dejó de sentir su corazón que ahora era más agitado que el de un roedor. Observó al resto de su familia, ellos simplemente no lo habían notado, todos estaban tan felices junto a la hoguera que habían olvidado que Elijah estaba por morir. Repleto de pánico buscó en su chaqueta y como era de esperarse no estaba la estaca, solo había una nota que no le consolaba en absoluto. Corrió fuera, tratando de escucharlo pero no sabía desde qué momento él se había marchado ni mucho menos a dónde. No quería dejarlo morir solo pues según su conciencia era lo que merecía después de todo lo que había hecho. Klaus no podía darse el lujo de perder a su hermano tan rápido.

Elijah había estado de pie en el mismo pantano dónde había sido el funeral de Hayley. Había mentido sobre las alucinaciones que había tenido sobre ella, en todos los lugares incluso hora la veía ahí de pie junto a él, pero no era una imagen que deseaba ver, la veía como la última vez, tan decepcionada de él, con sangre en el cuerpo y golpes tan fuertes que incluso verla dolía. Quería estar ahí toda la noche esperando el momento correcto para dejarse llevar y terminar con lo que estaba dentro de él, pero no quería hacerlo tan deprisa, no quería irse sin que al menos Klaus le alcanzará, pues estaba seguro de que lo notaría he iría detrás de él, alegando una solución.

— ¿Por qué te has ido?— preguntó Klaus.

— Estaba esperando por ti— respondió Elijah cansado.

— ¿De qué estás hablando? Volvamos a casa y hagamos esto juntos.

— No comprendes, Niklaus, quiero estar lejos de casa y que ellos no tengan este recuerdo de mí.

— Podemos al menos esperar hasta media noche, vuelve y...

— ¿Y qué, Niklaus?— preguntó con la misma elegancia de toda la vida.

— No lo hagas aún— le imploro Klaus.
— Volverás con Hope— le ordenó—, la verás crecer, y también volverás con Caroline, ella no tiene la culpa de esto. Ella es una de las personas que más necesitas en este momento.

— ¿Qué pasa si la pierdo como Camille?— Klaus estaba aterrado.

— No lo harás, esta vez no cometerás errores.

— No puedo hacerlo sin ti.

— Ni yo sin ti. Pero es lo mejor para todos, Niklaus.

Klaus abrazo por última vez a su hermano, tomando la estaca de roble blanco para hacerlo por sí mismo, no quería que fallará y mucho menos que sufriera por la torpeza que conlleva el estado en el que se encontraba. Lo hizo rápido, sin dolor y aliviando la miseria de su hermano cansado, viendo como poco a poco iba perdiendo la vida y sus ojos se perdían en un segundo, como su cuerpo empezaba a perder la fuerza y caía hasta que al fin terminó y las cenizas de su hermano se dispersaron en el aire.