Bang

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Después de que Nam Joon se había ido. Ho Seok estuvo nuevamente por caer en un profundo sueño, pero como la mala suerte le caía como anillo al dedo. Recibió una llamada desde el Clan en Busán y estaba de camino junto a otros. Habían recibido la alerta de un posible ataque, ya que su superior estaba en mal estado y posiblemente querían apoderarse del Clan.

Jackson estaba allí junto a él en el vehículo. Llevaban unas cuantas armas en la parte trasera, preparados para todo lo que sucediera de ahora en adelante.

—Creo que esto es un plan del gobierno.— expresó el castaño con paranoia, y una bolsa de papas sobre su regazo. Ho Seok volteó sus ojos a él. Esa manía de Jackson era increíble. Hasta en los momentos más críticos hacia eso.

—Y yo creo que estoy arto de toda esta confrontación. Quisiera que todo terminara ya.— contestó el pelirrojo bufando.

—Nunca terminará. Hasta que esos bastardos no dejen el poder. Nosotros somos los que deberíamos estar dominando el contrabando y demás cosas ilegales. No ellos.

—Pues entonces deberías seguir forjando alianzas con los demás Clanes. ¿No crees?

—Quizá lo haga. Pero no me menciones a Seok Jin, por favor.— Ho Seok soltó una sonora carcajada. Jackson realmente era un caso serio. El castaño hizo una mueca ante la risa de su compañero y masticando una papa, miró al frente.

Pisó más a fondo el acelerador. Empezaba a recordar su pasado, mientras se adentraban a la gran ciudad con edificios metropolitanos, de altos pisos y revestidos en cristal. Busán era realmente una ciudad hermosa, pero también mantenía su lado duro y oculto como todas las demás.

Todos decían a su alrededor que Corea era uno de los países más seguros del mundo y no mentían. Aunque el gobierno y demás se alababan por esto, él había vivido en carne propia aquellas cosas. No era el gobierno que los mantenía a salvo, eran los clanes. Aunque muchas veces también se encontraban rebeldes, pandilleros y bandidos, los clanes muchas veces eran los que defendían su territorio. Aunque eso dependía del líder más que nada, pues si este era despiadado, no le importaba lo que sucediera a su alrededor.

Se adentraron en un lugar que parecía estar abandonado. Pasando por un subterráneo hasta salir al exterior, donde un edificio se extendía esplendorosamente. Resguardo el vehículo, los otros se aparcaron junto a él y empezaron a sacar las armas.

—En realidad no entiendo para que traer esto.— musitó un hombre tras ellos. El sonido de una balacera empezó a extenderse por todo el territorio, dejando a unos cuantos aturdidos.

—Por esto— respondió Jackson de mala gana. Ho Seok empezó a mirar a todos lados, viendo entonces a unos hombres con trajes blancos y las caras cubiertas con cubrebocas azules. Empezaba a creer que eran parte del Clan de Seúl. Se cubrió tras el vehículo, mirando a su compañero.

—¿Ya viste quienes son? — preguntó mirando a Jackson, mientras preparaba los peines y colocaba en la base dentro de la chaqueta.

—¿Será que ellos quieren el territorio de Park?

—No lo dudes. Este Clan es muy grande. Si ellos lo logran terminaremos muy mal, Jackson.— expresó el pelirrojo.

—Pues entonces, evitemos que suceda.— contestó el castaño, incorporándose de su escondite, para empezar a disparar en dirección a los enemigos.
Ho Seok le siguió el paso y apretaba el gatillo cada que uno de los entrajeados aparecía. El sonido de las armas disparadas y las balas incrustadas, era como una melodía cargada de furia ante los oídos de los allí presentes.

Cuando Ho Seok dio el último disparo que quedaba en su glock, sacó el único peine de su chaqueta para colocarlo por debajo del arma. Accionó la parte superior con rapidez.

—Necesito entrar al edificio. Cúbreme. — solicitó y empezó a correr entre los autos para protegerse de los impactos posibles. Se introdujo al edificio, viendo la entrada principal repleta de hombres en vestimentas blanco y negro. Trató de ocultarse tras uno de los muebles, sacó el peine para observar las balas disponibles y lo volvió a colocar en su lugar.

Las balas volaban por todo el lugar, chocando con lo que se encontraban, piernas, brazos, pechos, paredes, muebles... Ho Seok lo único que podía pensar en ese momento era proteger a Park Go Min.

Necesitaba buscar una forma que lo permitiera subir al piso donde estaban las habitaciones. Meditó en la posibilidad de arrastrarse por el suelo o enfrentarse a aquel grandulón que estaba frente al ascensor, pero era demasiado para él. Solo le quedaban cuatro balas. Unos brazos lo rodearon por el cuello, mientras un arma se apuntaba en su cabeza. Con un movimiento rápido se zafó del agarre contrario y sin meditar en ello empezó a disparar a su dirección, llegando así a la puerta que conducía a las escaleras. Que era su única alternativa.

La adrenalina corría por sus venas como cuando empezaba uno de esos bailes de hip hop. Tragó saliva, sosteniéndose en la puerta de emergencia y apareció en el pasillo que conducía a la habitación del líder. Cerró los ojos unos segundos, calmando el sofoque que sentía por haber subió tantas escaleras y elevó su arma, extendiendo sus manos para mantener la puntería.

Un golpe fue lanzado a su mano, haciendo que soltara el arma en el acto. Ho Seok alzó lo ojos a su contrincante con furia y entonces su corazón dio un vuelco en su interior. Dae Hye estaba allí. Sus ojos estaban incrustados en él, su bello cuerpo enfundado en un traje de cuero rojo, al igual que su reluciente cabellera rojiza. Llevaba sobre su rostro un cubrebocas del mismo tono que la vestimenta. Está alzó sus cejas con interés y decidida lo atacó.

El pelirrojo recibió una cortadura sobre la ropa en una costilla, pero trataba de evitar que la chica se le acercara más, esquivando los otros arremetimientos. No quería lastimarla. No quería hacerle daño. Estaba demasiado embelesado en sus movimientos, en no poder creer que esa persona y la que había conocido hace meses, de la que se había enamorado, era la misma.

Se había resignado, pero teniéndola enfrente suyo no podía dejar de caer en su delirio. ¿Porque el amor era tan incierto? Tan estúpido que te doblegaba no importando que. Un amor falso y engañoso lo había hecho preso.

Soy un masoquista.

Dijo en sus adentros, tomando entre sus manos las muñecas de la mujer. Está se corrió, extendiendo ambas manos empuñadas en las dagas sobre los brazos del pelirrojo. Ho Seok se quejó. Necesitaba ver cómo la detenía.

Creía estarse volviendo loco ahora. ¿Pero cómo podría resistirse a la persona que estaba frente a él? Ese lado salvaje que le había gustado, llamado, pero que había intentado alejar por causa de la misma persona que creía estar engañando; estaba allí frente a sus ojos. La misma sensación embriagadora y atrayente de siempre lo envolvía. ¿Acaso era eso un embrujo? El lado oscuro de Dae Hye le atraía demasiado. ¿Ese era su verdadero yo? ¿Esa seductora mujer de cabello de fuego y aire apasionado era la que permaneció oculta era la real?

Sacudió la cabeza confundido, a la vez que la muchacha se limitaba a atacarlo en los momentos justos, aprovechándose del hecho de que él no quería dañarla para realizar uno que otro corte certero en su cuerpo. Ambos ya estaban debilitados por el esfuerzo. Él de esquivar y ella de atacar, pero no se inmutaban.

Los sentidos de Ho Seok no estaban totalmente estables ahora. Su cuerpo temblaba por el dolor de las heridas y las sensaciones al lado de aquella mujer. Una puñalada en una pierna lo hizo gruñir.

Dae Hye se quitó el cubrebocas y lo miró con una sonrisa sádica en sus carnosos labios. Ho Seok se detuvo allí, observó cada detalle de ella. Otra vez había caído en una red. Había sido atrapado como animal hambriento. Había picado el anzuelo.

Esa boca era su perdición. Esa mujer era su perdición ¡Claro que si! Y ella parecía saberlo. Lo estaba dominando.

Su cuerpo estaba aprisionado en ese momento entre los brazos de esa persona que lo tenía en vilo. Sus ojos puestos en aquella mirada que ya no reconocía, que anhelaba y en aquellos labios tentadores, que muchas veces besó. Vio en ella su futuro cuando alzó una mano, empuñando una de sus armas.

El futuro que no podía evitar.

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Realmente no se cómo está este cap. Me esforcé mucho al hacerlo.

A veces aunque no haya inspiración hay que hecharle ganas.

Gracias por seguir conmigo!

Hasta el próximo cap.

Destiny - Jeon Heo SeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora