CAPITULO 1

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CAPITULO 1

SOMBRAS PUNTUALES.

SAMANTHA JOHNSON

Como todos los días me fui a dormir a las 9:00pm. Arreglé mi cama, y me acosté, estaba un poco cansada por las actividades realizadas en el día como para leer el libro que normalmente leo antes de dormir, así  que solo cerré mis ojos tratando de no pensar en esa ventana, la que estaba junto a mi cama. A mí no me daba miedo la oscuridad como quizás pensaran, sin embargo por las noches desde hace un mes me despertaba  justo a las 11:30 sintiéndome observada, pero era estúpido, estaba sola.

Ultimamente cuando veía por la ventana, había una sombra masculina, no se podía ver claramente, su rostro no se distinguía, sin embargo sus ojos brillaban con una intensidad inhumana, eran muy verdes y aterradores. Siempre sucedía lo mismo, yo me quedaba paralizada, el seguía observando, yo me arropaba completamente tratando de calmarme, y justo cuando el reloj marcaba la media noche, llegaba otra sombra, pero está era de una mujer y se lo llevaba. Muchos pensarán, bueno no es tan malo, por lo menos no te hizo nada, pero están equivocados, no es para nada agradable ver a alguien pegado a tu ventana observándote mientras duermes, sin decir nada. Y sentir esos constantes escalofríos recorriendo tu cuerpo.

¿le dije a mis padres lo que sucedía? Sí, claro que lo hice, pero como siempre no me creyeron. Quizás influye el hecho de que desde niña tenia constante pesadillas y a veces sentía que salían de mis sueños y me hacían daño, mis padres dicen que todavía imagino cosas. Además, cuando mi mamá se cansó de que yo le dijera lo que en las noches sucedía, ella durmió conmigo ese día, pero como se podran imaginar no llegó la sombra y nada extraño sucedió. Así que ahora tengo que aguantar en silencio éstos acontecimientos.

- Es tu única oportunidad Naín, si no lo aceptas, la próxima vez que mi gente te visite no sera nada amistosa.

- No puedo hacerlo Silehap, es mi pequeño. No se quieren.

-Tu "pequeño" tiene que aprender a hacer sacrificios por su pueblo. Seremos hermanos, podremos convivir en paz, podrás evitar muchas muertes Naín

- Está bien, cuidalo como a tu hijo.

Me despierto de golpe todavía escuchando esas palabras, Tu "pequeño" tiene que aprender a hacer sacrificios por su pueblo. Todo se sintió tan real, es como si yo hubiese estado alli. Síento la garganta seca y me quito el edredón de la cabeza para agarrar agua de la mesa de noche, pero cuando mis ojos se adaptan a las oscuridad del cuarto, lo veo. Está sentado en la orilla de mi cama, muy cerca de mí y me mira fijamente con esos ojos tan brillantes y aterradoramente hermosos. Yo no lo puedo creer, él nunca había entrado a mi cuarto.

-Q-Que - tartamudeo, tratando de sentarme para no sentirme tan expuesta, ya que estaba acostada y él está prácticamente encima de mí.

-Tranquila, no te haré daño- dijo mostrándome una sonrisa. Su voz era hermosa, era como escuchar musica suave, me inspiraba paz, solo su voz me hacia sentir protegida. Todavía no le podía ver la cara, solo sus extraños y encantadores ojos.

-¿Quien eres?- logré decir. Como respuesta escuché su suave risa y una pequeña caricia en el dorso de mi mano. Rápidamente la quité pegándola en  mi pecho como para protegerla de él, lo cual era estúpido. Si me quería hacer daño, lo haría fácilmente, ya que era muy grande.
Con el poco valor que me quedaba encendí la pequeña lampara con forma de corazón que estaba en la mesita de noche. La luz amarilla de la lampara iluminó un poco la habitación e hizo sombras extrañas que en otras circunstancias me hubieran dado miedo pensando que son las sombras de mis pesadillas, pero en esta ocación lo único que me daba miedo era el sujeto que tenia en mi cama.

Éste tenia un cuerpo grande y muy formado, se notaba que pasaba muchas horas ejercitandose, vestía pantalones oscuros y camisa del mismo color, su cuello se veía fuerte y muy pálido, al rededor de éste había un collar negro, con un dije verde igual de brillante que sus ojos, parecía como si parpaderara. Su cabello era castaño claro con reflejos amarillos, lo tenia un poco largo, este le caia un poco en la frente, haciendolo ver despeinado pero muy lindo, sus cejas eran gruesas y tenían una linda forma, su nariz era perfilada y lo hacia ver elegante, finalmente sus labios tenían muy pronunciado el arco de cupido y el de abajo era mas carnoso que el de arriba, estaban muy rosados y húmedos.

Su suave risa hizo que me diera cuenta que lo miraba más de lo debido, en seguida sentí mis mejillas arder, estaba segura que mi cara se encontraba completamente roja.

- Eres tan linda, Samantha- dijo mirándome fijamente, notaba tristeza en su voz y resignación, era como cuando quieres mucho algo pero no lo puedes tener. No lo entendía, yo nunca lo había visto y estaba muy segura de eso porque si fuera de otra manera yo no lo hubiese olvidado, no a alguien como él.

- ¿Quien eres?- volví a repetir -¿Como me conoces?

- Solo espero que valga la pena y cumplan su palabra- murmuro para sí y me tocó la mejilla.

En ese momento la ventana hizo un sonido extraño, como si alguien la estuviese abriendo, los dos volteamos y la vimos allí, la otra sombra que siempre lo acompañaba a él. Yo no entendia nada, como de pronto una pareja desconocida estaba dentro de mi habitación a mitad de la noche.
Ella se acercó dando pasos silenciosos hasta llegar a mi cama, su mirada estaba enfocada en él, cuando lo tuvo enfrente le acarició la espalda y volteó a verme. Ahogué un jadeo al verla, era muy parecida a mi, podría decir que idéntica. Era delgada, su piel era muy pálida, un poco más que la mía y sus ojos era azules, pero muy brillantes, podría decir que tenia la misma intensidad que la de él, lo único que nos diferenciaba era su cabello, el de ella era negro muy oscuro y el mio amarillo, con destellos dorados. Al verme sonrió, su sonrisa no era nada amigable, de hecho era muy aterradora.
Tenia un vestido largo hasta los tobillos, era negro con detalles en plateado. Su escote era muy pronunciado y en su cuello colgaba una linda y delicada cadena, donde colgaba un dije con forma de luna, era un diseño hermoso, incluso parecía que de verdad brillara de la misma forma que la real.

-¿Te despides, cariño?- dijo la chica, acariciándole el cabello al castaño. Él bajo la mirada incómodo y volvió a observarme

-¿ Que haces aquí Greace? Se supone que me esperarias con tu padre- dijo con sus ojos fijos en mi. Se notaba que estaba incomodo y molesto por la presencia de la tal Greace

-Sí, pero te tardaste y decidí buscarte- dijo con un tono suave, casi tierno. Ella lo veía como si él fuera lo más lindo e importante que existe, lo miraba con tanta dulzura que era muy estúpido no darse cuenta de lo enamorada que estaba. Sin embargo él solo se veía fastidiado y un poco cansado de tenerla cerca, es como si lo obligaran a soportarla, algo que no entendía, en realidad no entendía nada de lo que estaba pasando.

- ¿Me pueden decir quienes son ustedes y qué hacen en mi habitación? - dije levantando un poco la voz, su pequeña discusión me había dado el ánimo que necesitaba para hablar.

Los dos giraron la cabeza muy rápido y me miraban, ella con enojo y él con arrepentimiento.

Yo estaba bastante incomoda por la situación, pero necesitaba saber que estaba pasando, si ellos no me lo decían yo le avisaría a mis padres.

- Greace necesito hablar con Samantha un momento, ¿nos puedes dejar solos? por favor- dijo El chico, por su tono pareciera que le suplicara. Ella suspiró y le sonrió tiernamente.

- Está bien, cariño- dijo tocándole la mejilla - solo si después me dejas hablar un poco con la chica.

La expresión del chico al escuchar lo que dijo Greace cambió de inmediato, se veía tenso, y molesto. Su ceño estaba fruncido y su mandíbula tensa, pero estuvo de acuerdo. Ella me miró a los ojos, su mirada era intensa, como si me estuviera retando. Luego le dio un apasionado beso al chico, haciendo que yo volteara la cara a un lado.

-te espero afuera- le dijo y se dirigió a la ventana.

Doble AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora