OO1: Renaciendo.

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—Gracias señor y señora Marsh —tenía una sonrisa maniática plasmada en su rostro mientras le entregaba el maletín con dinero.
El señor Marsh arregló su corbata y abrazó a su mujer, —¿sufrirá? —preguntó entre lágrimas la mujer, pensando en lo que le estaban haciendo a su querida hija.

—¿Qué cree que somos? ¿Monstruos? —acomodó su cabello y apretó la mano de la señora, —Tenga por seguro que Clementine no sufrirá, a menos que se resista. Acaban de cometer un gran error —se alejó riendo, mientras a sus espaldas los Marsh lloriqueaban. —¡Lo prometiste García!.

  [...]

Clementine, casa Marsh. 09:17
El día había empezado normalmente, con ambiente tranquilo. Por un momento podía olvidarme del terror que sembrarían las calles cuando cayera la noche.
Sacudí mi cabeza con desesperación, levantándome rápidamente de mi cama y observando mi cuestionable aspecto en el espejo, ahora vivía casi sola, ¿pueden creer que tus padres hayan viajado por "trabajo" justo el día donde tienes riesgo de muerte? Pues yo no, mis padres me quieren y eso está claro, pero no pueden soportar la idea de morir esta noche, y por eso dejaron a su hija metida dentro de esta mierda, siendo cuidada por una niñera que se desvaneció una noche antes.

Mi plan de supervivencia para ésta noche siempre me había funcionado, armas compradas días antes y escondidas en el sótano.
El barrio dónde vivo no es tranquilo, siempre puedes escuchar gritos y suplicas en ésta noche, más de una vez me supliqué el dejar entrar a alguien, pero eso solo firmaría el final de mi vida. Y no estoy dispuesta a morir.

Internado Ericson para niños con problemas de conducta. 14:00.
Hice mi rutina tediosa de la mañana y me dispuse a aparecerme por la escuela, es cierto que de mil clases, iba solamente a dos, pero este día era especial.
—Señorita Marsh, qué gusto verla por aquí ¿buscando víctimas? —se burló el director quien disimuladamente empezaba a caminar detrás de mí, probablemente para tener una mejor vista de mí trasero.
—Si me importara esta festividad, créame que usted sería la primera persona a la que asesinaría. Maldito cerdo —me volteé únicamente para mostrarle mí dedo del medio y seguir caminando.
—¡Querida Clementine! —escuché a mis espaldas, la voz algo desafinada me era muy conocida. Louis.
—Hola, príncipe de la distracción —golpeé con suavidad su hombro, él solo se quejó, o al menos fingió hacerlo.
—¿Qué te trae por aquí? ¿Unas horas antes de la depuración? Debes estar buscando víctimas —habló con un aire de temor fingido, es cierto que éste chico era todo un personaje, —claro que yo jamás seré una de tus víctimas.

—Te he dicho una y mil veces que no me gusta la depuración. Dile a Marlon que no saldré con él a asesinar, al menos hasta que aleje a Rosie de mi —su expresión divertida cambio rápidamente a una de preocupación, frunciendo el ceño mientras observaba a mis espaldas.
—Camina delante de mí, vamos —de un tirón me dejó delante de él, apretó mi brazo para evitar que me quejara, —no es momento de tus quejas Marsh, Gabriel está observándote, tal cómo mantiene la vista en sus próximas víctimas —un escalofrío recorrió mi espalda. Los Garcías eran conocidos por su simpatía, o al menos Javier y Mariana, los demás son otra cosa, Gabriel, muy conocido por arrebatar la mayor cantidad de vidas ésta noche, un auténtico idiota, con demás cosas de la vida es cómo si hubiera nacido ayer.

—Es mejor que nos vayamos, estarás sola ésta noche y no planeo dejarte morir —rodeé mis ojos, aún atemorizada por la mirada de Gabriel clavada en mi.
—Puedo cuidarme sola, no es la primera vez que intenta hacerme algo, saldré viva —intenté bromear y alejarme un tanto de la situación.

Después de ese incómodo encuentro las clases comenzaron, aburridas y tediosas, explicando un tema que ya sé.
—Toma —Él rubio con corte de gato muerto dejó un revolver en mi mochila, procurando esconderlo bien entre mis libretas. —¿Louis te dijo? Maldito imbécil —suspiré asintiendo a algunas mierdas que decía Marlon, probablemente para no dejarme morir. ¿Por qué todos creen que no puedo protegerme?
—Hey —chasqueó sus dedos delante de mis ojos, tomando mi atención inmediata, —¿lo qué sea? —puso su puño frente a mi, invitándome a chocarlos.
—Lo qué sea —choque nuestros puños y lo empujé para devolverlo a su asiento, poco después la campana sonó. Fuera podíamos escuchar a cada profesor decirnos palabras reconfortantes, no sirven de nada.
Alguien puso sus manos en mi cintura y me atrajo hasta él, arrastrándome a un callejón. Inmediatamente tomé el revolver qué Marlon me había obsequiado.
—¿Con qué estas lista? —mis nervios subieron de punta al escuchar la voz de García, puse el revolver en su estómago, no podía tocarme antes de las siete, y yo tampoco podía hacerle nada, sólo asustarlo.

—Oh no pequeña, por algo le pague a tus padres. Esta noche voy a depurar, y eres mi plato principal. Benditos sean los nuevos padres de la patria —me sonrío y corrió lejos del lugar, ¿pagarles? Oh Dios, ¿qué mierda hicieron mis padres ahora?

Sentí como mis ojos sé cristalizaban y corrí despavorida hasta llegar a mi hogar, di un portazo y puse seguro, recargándome en uno de los muebles.
Divise mi reloj, daban las 06:59.
Uno... dos... tres.
Contaba mientras intentaba calmar mis nervios, parecía lograrlo hasta que la televisión de la sala se encendió, con la pantalla completamente en azul y dejando escuchar la voz robótica de una mujer.

Después del interminable mensaje, sonó la sirena que daba comienzo a las doce horas más terroríficas del mundo

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Después del interminable mensaje, sonó la sirena que daba comienzo a las doce horas más terroríficas del mundo.
—¡NO PUEDES ESCONDERTE POR SIEMPRE CLEMENTINE! —gritos y disparos alocados empezaron a escucharse, Gabriel ya estaba aquí, recién estaba comenzando.

one night,, clouisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora