|3|Confusión.

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-Miku-

Diablos. Ya sabía. Él me iba a escoger.

—Bueno, mi...

Cerré los ojos. Tan solo esperaba lo peor.

—Mi pregunta es para Gumo, me parece que se llama así.

Solté un pequeño suspiro.
¡Gracias chico del vivero!

El resto del tiempo le hizo muchas preguntas solo a Gumo. Perdón Gumo, hoy te toca sufrir.
Me iba a preguntar de nuevo la chica de cabello azul pero literalmente fuí salvada por la campana.

Antes de salir el rubio me miró y me sonrió. Tenía una sonrisa muy linda, y de alguna manera se me hacía conocida.
Le devolví la sonrisa y gesticule mi boca para decirle "gracias".

—Ja ja, bien por ti. Gracias a aquel chico voy a reprobar— Me miró Gumo.

No pude evitar reír. Era cierto. A él le iba a ir mal pero a mí bien. Y a pesar de que fuese algo egoísta solo era por única ocasión.

(---)

Era receso.
Y como de costumbre salí a comer con Gumo. Después de todo era el único amigo que tenía.
Me odiaban en el salón y ni siquiera yo sabía la razón.

—¿Qué compraste?— Dijo mientras masticaba una dona de chocolate.

—Una ensalada de pollo.

—Wow ya estás a dieta— Soltó unas pequeñas risas y yo le solté un golpe. —¡Ouch! Yo solo decía— Se sobó el brazo.

—Es porque no había otra cosa que comer.

—Hmm... Y si encuentro algo que te guste... ¿Qué te hago?— Alzó una ceja mientras sonreía.

—Lo que quieras— Contesté desinteresada. Después de todo sabía que él no lo iba a lograr.

—Entonces trato hecho— Apretó mi mano. —Te robaré un beso como premio de consolación hacía mi.

—¡¿Qué?! ¡No! ¡Estás totalmente loco!— Grité furiosa mientras se marchaba. —¡Gumo vuelve en este instante!

—Que idiota— Susurré.

Esperé cinco minutos, terminé de comer y Gumo no volvía.
Lo bueno es que tendríamos una hora libre.

Revise mi celular y ya habían pasado diez minutos.
Me empezaba a sentir incómoda.

Los que pasaban se me quedaban mirando.
Diablos, como odio que hagan eso.
Bajé la mirada para no sentirme más sofocada.

—Hola— Escuche una voz suave a unos dos metros de distancia.

No alcé la mirada. Supuse que le hablaban a alguien.

—Holaaa— Alguien me dijo al oído generando que ante mi reacción cayera de la silla. —Oh disculpa, no era mi intención asustarte.

Era el chico rubio del vivero, quién se agachó para ayudar a levantarme, ofreciendo sus manos como ayuda.

Acepté su ayuda.
Sus manos eran tan suaves, casi como terciopelo o seda.
En unos segundos estuve tan cerca de su rostro y pude observar sus largas y brillantes pestañas.

—G-gracias— Dije avergonzada. Tal vez ruborizada.

—No hay de que, después de todo fue mi culpa— Sonrió.

—Y, ¿para qué me hablabas?

Genial Miku, perfecta manera de preguntar.

—Oh cierto. Solo quería conocerte— Se ruborizó.

Se veía tan lindo.

—Ah, bueno, esto es un poco inesperado jaja— Incomodamente sonreí.

—Ejem— Interrumpió Gumo poniendo una rebanada de pastel en la mesa.

—Oh veo si encontraste algo que me gustara, eso es una sorpresa— Sonreí. —Gumo el es...

¿Y ahora que? ¿Cómo se supone que le presente a alguien que ni conozco?

—Ah, es el chico por el cual voy a reprobar una materia— Dijo sarcásticamente.

—Jajaja, soy Len Kagamine. Un placer para ambos.

Sentía una rara sensación entre ellos dos.

—Y solo quería saber cómo se llama esta agradable chica.

—Miku Hatsune, un placer— Sonreí.

—¡Len! Ya vámonos. Ya es tarde— Se aferró a su brazo la chica de cabello azul marino de su salón.

—Kaiko te dije que no molestaras.

—Pero Len, se nos hace tarde. ¡Vamos, vamos!

Lo jalaba del brazo obligando a marcharse.

—¡Nos veremos luego Miku!— Sonrió.

Era un chico agradable.

De pronto en un abrir y cerrar de ojos sentí una cálida presión en mis labios.
Algo suave.

Eran los labios de Gumo.

Sorprendida lo separé de mi.

—¡Gumo! ¡¿P-por que lo hiciste?!— Grité ruborizada.

—Me lo debías— Sonrió mientras avanzaba. —¿Vienes? Ya se hace tarde.

Extendió su mano para que la tomara.
Yo no la tomé, tan solo ruborizada avancé a su lado.
No sabía que pensar sobre lo ocurrido.
Era una enorme confusión en mente.

Obsesión|Lenku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora