A través del vidrio

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La Tesorería estaba delimitada por un lado por vidrios y del otro por paneles. El lado vidriado tenía cortinas retráctiles  para tapar y hacia el lado de la puerta, se habían instalado unos separadores de madera. Arriba el mostrador tenía unos vidrios que limitaba un poco el contacto con la otra persona del pasillo. Daba una corta visión de afuera, pero era suficiente para Miguel, que de vez en cuando alzaba la vista y veía a compañeros pasar, proveedores, jefes y su amigo Raúl.

Lo que más le molestaba era que cada vez que pasaba y se miraban, sonreía. Sé sentía un imbécil, pero el otro también lo hacía.

Entonces los dos somos imbéciles,No? concluía esperanzado Miguel.

La mañana transcurría y el joven moreno se detuvo un segundo para  frotarse lo ojos, tenía que seguir trabajando. Miró hacía el pasillo y vió que la oficina del frente la iluminaba el sol. Será un lindo día para salir, sonrió mentalmente. Hasta que cruzó la vista con el Jefe de Planeamiento que pasaba. Trató de endurecer  su rostro para verse serio, pero fracasó terriblemente al ver como ese hombre adulto le tiraba un beso.

Inmediatamente volvió su vista a la pantalla de la computadora. Un poco avergonzado y otro poco alegre, muy a su pesar. La imagen de hombre honesto de familia se hacía pedazos en su cabeza. Pero tampoco podía ser tan apocalíptico. Tenía que dejar de pensar que era real lo que hacía ese tipo. Debía aceptar que los hombres adultos y responsables podían  jugar también, quizás era un “jodon”, un tipo que le gustaba divertirse molestando a los otros. Aún así, le pareció tierno.

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