Aire

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Aire

Hacía calor y en la oficina se había roto el aire acondicionado. Miguel se arremango la camisa y siguió trabajando. Se repitió así mismo que tenía que dejar de usar musculosa abajo. La oficina no tenía una buena ventilación y prefirieron dejar la puerta abierta.

Raúl entró dando los buenos días, se dirigió a una de las compañeras de Miguel, para preguntarle sobre unos pagos.

Ella le dijo que iba a averiguar, se levantó y Raúl se ofreció a acompañarla, pero le pidió que esperará ahí.

Miguel alzó la mirada y vio a su amigo sentarse para luego acomodarse en el escritorio de su compañera ausente. Sostenía su cabeza con una mano apoyándose en la mesa y con la otra peligrosamente se acercaba a su brazo.

Miguel respiró entrecortado cuando Raúl rozó con sus dedos, el antebrazo, y le clavó los ojos en los suyos, mientras sonreía.

De repente hubo un silencio que el profesor jamás había experimentado,sentía que estaba frente a un tiburón en medio del mar. Expectante, enorme y dispuesto a comer.

Raúl se acercó un poco,incorporándose sobre la mesa, el artista se quedó quieto como un animal encandilado.

En un parpadeo el Jefe de Planeamiento arrancó un par de bellos del brazo de Miguel y salió corriendo.

El administrativo ahogó un quejido, mientras en sus labios se podía leer toda clase de maldiciones mudas pero muy sentidas mientras se agarraba el brazo depilado.

RAGUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora