Fase III: Hipotetizar resistir o acceder a lo incierto.

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Fue inútil. Mi esfuerzo por complacer a estas personas que me habían convertido en algo inhumano fue totalmente en vano. Vaya a saber quién no contento con la tortura que venía sufriendo y el extraño suceso que causó mi enojo, quería mi cabeza. Yo aún estaba parado enfrentado a aquel espejo mirando cómo los hombres que iban entrando listos para fusilarme se formaban uno al lado del otro. Un fuerte golpe en mi espalda me azotó como una estampida tirándome al piso nuevamente haciéndome retorcer del dolor.

-Me hiciste enojar, basurita-. dijo en un tono irónico y enojado el teniente a cargo de mi tortura en la prueba.-¿Pensaste que con unos disparos se iba a acabar esto?- siguió el hombre acompañando aquello con una patada a mi esternón.

-Ufff...- Esbocé mi dolor entre la tos que me había generado aquello.

-Muchachos, no vamos a abrir fuego. A la mierda hay que desecharla como debe ser. Mierda.-

Al terminar de dar sus explícitas órdenes, pude ver cómo aquellos soldados enfundaban sus armas en sus espaldas y sacaban sus macanas de la cadera. Me iban a matar de la forma más lenta y dolorosa posible, a sangre fría. Cerré los ojos resignándome nuevamente a la injusticia que me había tocado al despertar de quién sabe qué en un lugar que desconocía por completo, o que al menos no recordaba cómo había llegado ahí.

-¿Se acuerdan cómo nos deshicimos de "Blanquita" la semana pasada? La pobrecita estuvo al menos una hora agonizando de dolor. Increíble lo que pudo aguantar con tan solo diez años. A ver cuánto aguanta esta basura.

Nunca me hubiera imaginado escuchar tanta crueldad puesta en palabras de alguien. Sentí asco y lástima por esa gente. Furia era poco decir. No deseaba morir, deseaba que ellos mueran. Deseaba acabar con el mundo en el que había despertado. Ya no podía sentir dolor en las patadas y palazos que me daban. Mis lágrimas ya no brotaban. Oía sus risas, insultos y el seco golpe de sus botas y macanas por todo mi cuerpo. Podía saborear la sangre que salía desde mi garganta hacia afuera, ¿Era ese mi final?¿el misterio de qué había sido de mi vida acababa con aquello? La verdad es que no sabía si quería saber todo aquello.

-Vamos, muchachos. Acaben con él rápido y ahorren un poco de energías que tenemos que seguir con la siguiente prueba. Y me parece que tampoco va a pasar de hoy-. Dijo el miserable y dejó salir una fuerte risa sin escrúpulos.

Ya para entonces no pude. Simplemente no pude contener mi ira. Mi odio. Mi deseo de ver a esa gente bajo tierra cueste lo que cueste. Sentí un fuerte escalofrío que iba desde mi espalda a todo mi cuerpo extendiéndose hacia mis extremidades, mi cabeza, mi garganta, mis labios. Algo estaba por salir fuera de mi piel. Como si mi visceral deseo de venganza quisiera salir de mis poros. Simplemente...

-¡¡¡NNNOOOOOOOOO!!!

Exclamé cerrando fuertemente los ojos y fue con ese grito mío que sentí mis oídos tapándose una y otra vez. Como si estuviera bajo el agua. Dejé pasar unos segundos con los ojos cerrados para no ver el momento en el que me mataran por aquella actitud mía. Pero nada ocurrió y decidí abrir los ojos. Cuando lo hice, parecía de no creer. La habitación estaba destrozada casi por completo. Se había ido casi toda la luz, excepto por unos dos focos encendidos y una fuga de gas que provenía del techo nublaba un poco la vista. Con gran dificultad me puse en pie nuevamente. Me limpié los labios porque pensé que con el grito había salivado, pero no. Lo que limpié era sangre que había salido de mi nariz. Supuse de inmediato que aquello había sido por la golpiza. Comencé a caminar lentamente con miedo a que me ataquen nuevamente, pero al instante supe que aquello era imposible. Pude ver con dificultad hacia las cuatro paredes y allí estaban. Desplomados en el piso por las esquinas y laterales de las mismas. Pero no parecían estar sólo inconscientes. Me agarré de la nuca con ambas manos. Sabía muy bien lo que había ocurrido. Tenía bien en claro que aquello lo había causado yo en mi enojo. Aún no entendía cómo es que sucedía, pero yo controlaba aquello. Mi curiosidad me llevo a acercarme a uno de estos hombres que se posaba como sentado en una esquina del piso. Me agaché lentamente y accedí a quitarle la máscara con cautela. Había sido peor de lo que pensé. Brotaba más y más sangre de sus cavidades faciales. Sus ojos, nariz y boca. Parecía que se había tragado una granada o algo así. Su mandíbula estaba fuera de lugar. Y en aquello su cabeza cae en peso muerto hacia el piso, en ese instante me dí cuenta que los huesos de su cuello también estaban rotos. Quizás había sido así con todo su cuerpo.

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⏰ Last updated: Apr 04, 2019 ⏰

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Cianuro: El ComienzoWhere stories live. Discover now