No veía nada. Solo escuchaba gritos y sentía el calor que había en la sala. No estaba en una escena de crimen ni nada parecido. No habían muertos a mi alrededor ni nadie siendo acuchillado a mi lado, solo estábamos viendo una película de zombis. Si, personas oliendo a carne podrida, colgándole por todos lados y emitiendo sonidos como si estuvieran agonizando. No sabía por qué pero me daba autentico pánico, era algo que no soportaba ver.
Eramos seis personas en la sala de estar de casa de Clara. Todas menos yo disfrutando de la película. No veía nada porque me había tapado los ojos con la manga de mi abrigo negro. Sentía como aveces algunos me miraban y se reían. Pero no dije ni hice nada. Me quedé en el sitio sufriendo sin necesidad alguna. Sentía un dolor grave a causa de tener por un lado a María y por el otro lado el reposabrazos que me lo estaba clavando en las costillas. No podía moverme a menos que fuera para levantarme. Y comenzaron otra vez los gritos y me tapé los oídos con la punta de mis dedos pero lo único que conseguía era amortiguar el sonido, no callarlos. Por lo que escuché como Clara me decía:
-Vamos, Aina. ¿Quieres destaparte los ojos de una vez? - Por su voz diría que estaba enfadada, parecía que fuera a ella a la que le estaban poniendo algo que no le gustaba.
-Déjame en paz. -Dije cortante. Si le decía alguna burrada de las que se me estaba pasando por la cabeza no sabría lo que pasaría. No me respondió.
Pasaron cinco minutos mas de gritos, sonidos horripilantes y tortura para mí, y fue cuando me di cuenta de que ya la película había acabado. No porque me hayan dado un empujón de aviso sino porque lo que oía eran comentarios sobre la película y se había filtrado un poco de luz por la manga de mi abrigo señal de que había terminado. Me destapé la cara y medio encandilada vi a dos personas giradas hacia mí encandilándome aun mas con lo que parecía ser el flash que provenían de sus móviles. Cuando recobre un poco el sentido vi que se trataba de Marcos y María, haciéndome fotos. Me tapé con las manos la cara y cogí mi bolso y me marché de la casa dando un portazo, dejando atrás las burlas y risas de los que decían ser mis amigos. ¿Es que no sabían el daño que hacían con esa actitud?¿O es que le daban absolutamente igual? Me decía a mi misma.
Y es ahora cuando me doy cuenta de que esas personas realmente no eran mis amigos. Las personas que se burlan de mí nunca podrían ser mis amigos. Siempre en un grupo hay un débil, y esa era yo. Hasta hace poco pensaban que las cosas que me decían o como se dirigían a mi eran bromas, pero no lo eran. Nunca me ha dado miedo estar sola. Es mas, a veces lo deseaba. Deseaba sumergirme en mis propios pensamientos y que nadie los interrumpiera. Cuando salí del porche una brisa de aire totalmente frío casi me congela la cara. No me quedaba otra que ir a pie a casa. A cada paso que daba notaba aun mas el frío y a causa de eso la nariz me empezaba a moquear. Saqué demi bolso un pañuelo y mi reproductor de música para que el viento no me silbara más en los oídos. Lo odiaba y ahora mas que nunca que todavía tenía los gritos de la película en la cabeza y me hacían escuchar cosas que me imaginaba. La calle estaba desierta por causa de la hora que era. Los niños que al día siguiente tenían que ir a la escuela ya estarían durmiendo y los padres seguramente haciendo cuentas de los gastos que han tenido. Mi casa estaba a dos manzanas. Abandoné por un momento mis pensamientos y dejé que la música me tomara por completo.
En diez minutos me situé delante de mi casa, en la acera de enfrente. Me dispuse a cruzar y entonces sentí que mis piernas no respondían,parecía que estaba pegada al suelo porque me habían clavado los pies en el. Fue entonces cuando vi como un coche pasaba casi volando delante de mi, moviéndome el pelo a causa de la velocidad a la que iba. Me quede ahí. Miré hacia abajo pero solamente veía mis zapatos. No había manos que me agarraran. Me maree y forcejee las piernas para sentarme en un banco que había unos pasos detrás de mi. Me senté y miré a todos lados para ver si había alguien que hubiera visto el coche que yo no vi ni escuché a causa de la música.No había nadie. Pude ver por la ventana de las casas que todas tenían las luces apagadas. No sabía que había pasado pero lo que si sabía era que si algo no me hubiera detenido ahora mismo estaría tumbada en la carretera sangrando por todos lados, porque el coche me hubiera atropellado. Guardé el reproductor mp3 en el bolso y me di un pequeño masaje en las cienes. Cerré los ojos y noté como algo me soplaba en el oído. No era la brisa del viento, pues había cesado. Era diferente, como si alguien lo hubiera hecho. Me giré pero no había nadie y consideré en dejar o intentar ver películas de miedo. Me dispuse a cruzar otra vez para llegar a casa y miré una, dos y tres veces a ambos lado de la carretera desde el borde de la acera y cuando comprobé que no venían coches comencé a correr hasta que llegué a la entrada de mi casa. Era poco lo que había corrido pero tenía el corazón a punto de salirse del pecho. Mas bien porque no sabía si de la nada algo me iba a hacer saltar por los aires o por si pensaba que había alguien detrás de mi, siguiéndome. Fui a abrir la puerta de casa y noté como unos ojos se clavaban pero al girarme comprobé que no había nadie.
Cuando entré en casa sentí total seguridad, pensé que ahí nada ni nadie podía hacerme daño. Colgué el bolso del perchero de pie que había junto a la puerta y cuando fui a la sala vi a mis padre viendo una película, de amor por supuesto. Esas películas en las que ella o el lo deja todo para estar juntos. Enfrentándose a la desaprobación de todos los que les rodeaban.
-Siento llegar tarde. -Dije antes de que me interrogaran, sentándome en el sofá que estaba situado al lado derecho del que estaban ellos,frente a la tele.
-¿Qué hacías? -Dijo mi madre sin apartar los ojos de la tele.
-Terminamos pronto de estudiar y nos pusimos a ver una peli.
-Esta bien, no pasa nada.¿Estas bien? Estás pálida.
No contesté. Quizás lo tomé como una burla de mi madre hacia mi piel pálida. Como estaban los dos sumergidos en lo que estaban viendo no quería ser yo quien le estropeara su momento. Me quedé unos segundos observándolos. Parecía que el tiempo para ellos no había pasado. Seguían igual de enamorados que el primer día. Subí a mi habitación con cansancio y me tumbé en la cama. Me puse a pensar en lo que me había pasado pero no encontraba solución alguna así que me dirigí al escritorio y con solo apretar un botón ya el ordenador estaba encendido, dispuesto a darme respuestas para lo que preguntaba. Puse en el buscador inmovilización y en unos segundos me dio un listado de enlaces de páginas donde explicaban todo. Comencé a bajar mirando algo que diera señales de lo que me pasaba y fue cuando vi un pequeño texto que decía: autodefensa de subconsciente.
Dí con el ratón en el enlace que había debajo y me llevó a una página en negro con medio mandala de color morado. En la parte superior había varios apartados donde ponía paranormal, cosas inexplicables, subconsciente y algunas cosas más que no seguí leyendo porque ya me había mentido en el apartado subconsciente. Leí varias cosas sobre lo que podía ser y todas decían mas de lo mismo. Al parecer era que yo pasé por alto algo que había visto y ahí era donde entraba la autodefensa de mi subconsciente que había visto el coche y yo no me había dado cuenta. La forma de actuar era inmovilizando mi cuerpo al completo. Me parecía todo muy raro. Pensaba que las páginas tenía algo mas que lo que mostraba a simple vista y a pesar de no entender o no encontrar lógica a la teoría que tenía delante de mí, me di por satisfecha. Me tumbé en la cama otra vez con los brazos hacia arriba y me di cuenta de que estaba sudando mucho y olía mal. Cuando fui al baño para ducharme y me miré al espejo vi que mi madre tenía razón, estaba pálida, masque lo de costumbre y eso ya era muy difícil pues si pusieran un foco detrás de mí se podría ver todo mi cuerpo por dentro. La ducha fue rápida porque si tardaba lo que tardo siempre amanecía y yo todavía no me había terminado de secar el pelo.
Cuando ya terminé todo cogí el ordenador y me lo llevé a la cama, situándolo sobre mis rodillas que estaban tapadas por la manta. Abrí la página de facebook y lo primero que vi fue mi foto. Sí, la foto que me hicieron en casa de Clara. Una furia comenzó a invadirme por todo mi cuerpo. La había subido Marcos. Ya eso era la gota que colmó el vaso. Fui a su perfil y lo denuncié a la misma vez que denuncié la foto y luego me quité mi página de facebook. Me daba igual que se enterara de que fui yo. Cuando me recompuse un poco de mi enfado y asimilé que hace unas horas era la última vez que los iba a ver, puse el ordenador sobre mi mesilla de noche y apagué la luz de la lámpara, dispuesta a dormir. El tiempo estaba a mi favor pues mañana era mi último día de clases para siempre así que no tendría que pasar por ningún apuro al ver su estúpida cara. Y entonces, me sumergí en un sueño como hacía meses que no había hecho.
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¿Crees en las brujas?
FantasyAina es una joven de 19 años. Tras varias situaciones se da cuenta de que es algo especial al resto de las personas. Al principio no entiende bien lo que ocurre pero gracias a su suprema comprende cosas inimaginables, inexplicables. Solo se hace una...