Debido a la preocupación que sentía por Kim no podía dormir y me despertaba a cada rato, y claro, estos duros asientos no es que ayudasen mucho a descansar.
Conseguí dormir, pero temprano tendría que estar despierta para poder estar al tanto de lo que pudiese ocurrir con mi amiga.
La puerta de la sala de espera se abrió, di un respingo a causa del pequeño susto.
-Hanna, tu amiga está mejor pero hoy se quedará en nuestras manos para poder seguir su progreso.
-Muchas gracias doctor.
-Si prefieres ya puedes ir a tu casa, dudamos que empeore y pronto le daremos el alta, parece que nuestros medicamentos han dado un resultado favorable y su cuerpo no los ha rechazado.
-Está bien doctor, antes de irme, ¿Puedo ir a verla?
-Claro, está en la habitación 103 de la tercera planta, dile a la doctora que está allí que vienes de mi parte para que te deje entrar sin problemas.
-De nuevo muchas gracias.
Hay que decir que este hospital es bastante grande, pero no es la primera vez que vengo, así que sé guiarme sin problemas. Me costaba dejar sola a Kim, pero después de oír las palabras del doctor podría irme tranquila.
Al llegar a la habitación 103 vi a Kim, estaba dormida así que entré con cuidado para evitar molestarla y que con ello pudiese despertar. Se veía tan linda mientras dormía, qué bien que se estuviese recuperando tan favorablemente, no podía soportar que una de mis mejores amigas lo estuviese pasando mal.
En el fondo me sentía culpable, ya que si no la hubiese dejado sola y no me hubiese ido con Travis, estoy segura de que nada de esto hubiese ocurrido, pero bueno, son cosas que pasan, supongo.
Por la tarde quedé con Sarah, mi compañera de clases de piano, sí, toco el piano, es una manera de olvidarme de todos los problemas por un momento, solo estamos el instrumento, las música y yo, es algo mágico que no puedo explicar.
La idea de apuntarme a clases de piano fue de mi madre, la verdad es que hace tres años nunca hubiese pensado que el piano me fuese a gustar tanto como hasta ahora.
Eran las cinco y media y había quedado a las seis menos cuarto en casa de Sarah, llegaría tarde como es común en mi.
Para evitar que Sarah tuviese que esperarme, me arreglé corriendo y me cogí una coleta, algo rápido y sencillo.
Salí de casa y aligeré el paso, la casa de Sarah no quedaba muy lejos de la mía así que con un poco de prisa me daría tiempo llegar.
Mientras pasaba por el paso de peatones para cruzar la calle escucho el pitido de una moto. Giro la cabeza y, no puede ser, pe..pero ¿Cómo?
-¿Qué haces tú aquí? ¿Acaso me persigues? - No me podía creer lo que estaba viendo.
-¿Cómo que qué hago yo aquí? ¿Y tú?
-Voy a casa de mi amiga Sarah. - Solté aquellas palabras con desprecio.
-Pues no, te vas a venir conmigo.
-¿Qué estás diciendo Ashton? He quedado y a demás llego tarde, así que ya estás tardando en dejarme tranquila.
-Hanna, parece que no me conoces, cuando digo algo hay que cumplirlo.
-¿Tú eres gilipollas? Lárgate, no quiero verte – Creo que la cara de asco que le puse antes no tenía nada que ver con la que acompañó a estas palabras.
Ashton se bajó de la moto decidido en venir a por mi, me cogió de la muñeca y me tiró del brazo para que empezara a caminar hacia su moto.
Notaba la presión en mi mano, me estaba haciendo mucho daño, parecía que me la iba a arrancar de cuajo.
Podía ver el enfado en su cara. Ashton solo sabía decir ''Eres mía y harás lo que yo te diga''. Me resistía y me negaba a ir con él.
Levantó su mano y me cogió del pelo, empezó a tirar de él como si de su vida tratase. No podía parar de gritar pidiendo auxilio. Estaba empezando a cortarme la circulación de la muñeca, la presión era muy fuerte.
Me quedé en blanco, no sabía cómo reaccionar ni qué hacer. Le pegué una patada y empezó a quejarse del dolor. Aprobeché el momento y logré soltarme del agarre de sus manos. Lo único que se me pasó por la cabeza fue correr, estaba totalmente bloqueada.
-¡No corras Hanna! - Gritaba Ashton con tono desesperado. - ¡He dicho que te pares!
Él corría detrás mía pero no logró alcanzarme.
Me daba igual, a saber qué quería hacer ese animal conmigo. Esto es surrealista, huyendo de mi propio novio, ¿En qué cabeza podía caber eso?.
El sudor se me empezó a enfriar y no podía para de correr, estaba entrando en estado de pánico, por mi cabeza solo pasaban frases del tipo ''Socorro, necesito llegar ya a casa de Sarah''.
Crucé dos calles y giré la esquina, al fin sucedió el milagro, pude llegar a casa de Sarah sana y salva.
-¿Qué te ocurre Hanna? Por favor relájate.
No podía dejar de llorar, mi corazón latía a mil por hora. Temblaba sin parar. Me encontraba tirada en su cama llorando desconsoladamente. Estaba muy asustada.
Le conté todo a Sarah, ella oía la historia con cara de espanto, no podía creer que mi propio novio me forzara a hacer algo que yo no quería.
Maldita fuese la coincidencia de encontrarme a Ashton en el mismo lugar y a la misma hora.
Después de un rato pude lograr tranquilizarme, seguía sin creer lo que había ocurrido. Ashton está mal de la cabeza, ahora mismo me daba igual el trabajo de mi padre y todo lo relacionado con este psicópata, necesitaba alejarme de él cuanto antes.
Tras lo ocurrido nos dispusimos a ver películas mientras comíamos palomitas con mantequilla y Cheetos. Sin duda el mejor plan para olvidarme de todo el mal trago que había pasado. Menos mal que tenía a Sarah a mi lado para poder tranquilizarme, es un amor de persona.
A mitad de la película mi teléfono móvil comenzó a sonar, paré la película para no perderme ni un detalle porque la verdad, estaba resultando ser bastante interesante.
Descolgué el móvil, y no, no podía ser, este hijo de puta de nuevo no, por favor.
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Dreaming Feels
JugendliteraturHanna Kleight es una chica entusiasta a la que le encanta descubrir, tiene mucha imaginación y a causa de ello siempre la llaman loca cada vez que cuenta que siempre tiene el mismo sueño, con la misma persona y en el mismo lugar. Un sueño que no la...