Las agujas del reloj se deslizaron rápidamente, entre miradas cargadas de vergüenza y anhelo por parte de los dos. Trabajaron como siempre, pero más cómodos que nunca, teniendo la tranquilidad de saber que todo estaba en calma.
Agoney cantó, y Raoul le acompañó en la distancia, tarareando para sí mismo. Y cuando, al despedirse esa mañana el canario miró hacia abajo, la mano de Raoul estaba ahí para levantarle el mentón, diciéndole sin palabras que no tenía que esconderse.
Así que Agoney le dio un beso de despedida que supo a libertad, a una tarde de otoño cargada de sonrisas cómplices. Quedaron en verse al día siguiente, con sus ojos cargados de ilusión. Y cuando Raoul llamó a la puerta del piso de Agoney, este le invitó a pasar mientras sentía mariposas revolotear en su estómago.
— No está Nerea, ha salido a dar una vuelta con sus amigos de la Uni.
— Ah... Genial.
Se sentaron en la alfombra del salón, y Raoul agradeció que no lo hicieran en la habitación del chico, pues no sabía si podría resistir el sonrojo de sus mejillas. El canario había encendido el portátil, pero no había comenzado la búsqueda que había apalabrado.
— Podemos buscar primero por aquí, a ver qué encontramos.
— Claro — respondió el rubio —. Ven, déjame.
Agoney le pasó el portátil, que colocó Raoul en su regazo mientras apoyaba la espalda en el sofá. El moreno se acercó a él y, aunque no se atrevió a tocarle, podía sentir su respiración en el cuello.
— Venga, vamos a empezar por lo básico.
Las grandes bases de datos de Internet no ofrecieron nueva información para los chicos, dando datos vagos sobre las almas gemelas, tan poco comunes que la mayoría de la población aún se mostraba escéptica ante ellas. De hecho, los comentarios de algunos blogs eran incluso ofensivos, tratando de locos a aquellos que juraban haber encontrado la persona que llevaba su marca complementaria.
Raoul, distraído, llevo su mano a la muñeca de Agoney, que descansaba sobre el teclado. Acarició su marca mientras oía su voz en su cabeza.
"¿Estás bien?"
"Sí".
— ¿Estás bien? — le preguntó el moreno, esta vez en voz alta.
— Sí, ya te he respondido.
— No te he oído.
Raoul resopló, frustrado.
— No vamos a controlarlo en la vida, ¿verdad?
— Hay que tener fe. Joder, es que en Internet no hay nada de nada, qué horror.
— ¿Y si vamos a la biblioteca? ¿Hay alguna aquí cerca?
— Sí, dando un paseo podemos llegar. Pero es muy pequeña, no sé si habrá algo...
— Tenemos que intentarlo, Ago.
El aludido sonrió al escuchar el apodo, que le había salido casi sin pensar al rubio. Giró la cara y le dio un beso en la mejilla, pero Raoul aprovechó y le sujetó el rostro con las dos manos para poder llevar sus labios donde más los quería.
Fue un beso intenso desde el principio, donde dominaban las ganas que tenía Raoul de poder decidir cuándo y cómo quería que sus pensamientos fueran escuchados. Y lo conseguiría, porque Raoul Vázquez era una de esas personas que, cuando algo se les mete entre ceja y ceja, no paran hasta conseguirlo.
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¿DÓNDE ESTÁ EL AMOR? | ragoney
FanfictionEn un mundo frío y solitario donde las almas gemelas existen solo para aquellos que conservan la esperanza, Agoney y Raoul se conocen en el peor momento de sus vidas. Agoney estudia Veterinaria mientras malvive con dos trabajos que le ayudan a cumpl...