Capítulo 13: Chasing cars

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Raoul podría describir su conexión con Agoney como magnética. Orbitaban constantemente uno alrededor del otro, como si fueran imanes que, cuando estaban demasiado cerca, no podían evitar unirse. El problema de juntar dos caracteres tan fuertes era que, efectivamente, los imanes colocados en posición errónea pueden repelerse.

Su línea de comunicación particular permanecía cerrada desde que salieron de esa pequeña biblioteca, pero podía notar la concentración de Agoney, ahora bailando sensualmente mientras cantaba "Dusk till dawn". Y, de verdad, a este paso el rubio juraría que le saldrían agujetas en el brazo derecho si tenía que soportar eso cada noche.

El canario se mordió el labio inferior y un sus ojos brillaron cuando encontró la mirad anhelante de Raoul, que se sorprendió cuando rápidamente su mueca cambió a una desagrado. Miró a su alrededor, tratando de buscar qué provocaba la angustia del chico.

— ¡Raoul! — El aludido tardó en reconocer la voz de Jairo, llamándole desde el otro extremo de la barra.

Se acercó extrañado, sintiendo unos ojos oscuros clavándose en él.

— ¿Jairo? ¿Qué pasa?

— Nada, preciosidad — le guiñó un ojo, y el chico contuvo sus ganas de poner los ojos en blanco —. Que he terminado el turno, y quería saber cuándo acababas el tuyo. Para que me invites a una copa.

— Ah... — el rubio se rascó la nuca, avergonzado — No sé si será buena idea, tío. Estoy cansado, y mañana por la mañana tengo cosas que hacer...

— Vale, vale. Mensaje recibido.

La cara de pena que tenía el chico ablandó un poco al catalán, que sonrió.

— Pero un día quedamos, ¿vale?

— Sigo esperando tu mensaje, rubio — los ojos verdes de Jairo conectaron con los suyos, pidiéndole explicaciones en silencio.

— ¡No seas impaciente! — Raoul no sabía cómo salir de esa situación, y agradeció enormemente que su padre apareciera en la escena.

— ¿Te pago por charlar?

En realidad, no le pagaba. Pero Raoul cerró la boca y torció el gesto, pidiendo disculpas al chico y alejándose de él. Lo siguiente que supo es que Agoney estaba a su lado en la barra y preparaba las copas con más fuerza de la necesaria.

"¿Ago? ¿Bien?". Probó a comunicarse mentalmente, pues intuía que la conversación que se avecinaba sería privada.

"De puta madre. Aquí, viéndote ligar con Hulk".

Raoul se enfureció. Porque Agoney sabía que no estaba ligando. Que solo estaba siendo amable. Y que pensara, por un solo momento, que después de haber pasado el día juntos podía ser capaz de insinuar algo con otro le ponía de los nervios.

Sabía que Agoney era muy inseguro, y que a veces le perdían las formas, pero él no se merecía eso. No es que fuera un santo, pero Agoney significaba para él demasiado como para jugar a dos bandas.

Su pecho se oprimió con tristeza, y levantó la vista hacia el canario, que permanecía con el rostro impasible, protegido por esa máscara de indiferencia que tendía a usar cuando algo le importaba demasiado.

Cuando salieron del bar, la oscuridad de la noche era la única testigo del silencio incómodo que se apoderó de ellos de camino a casa. Agoney frenó en seco a mitad del trayecto.

Raoul le miró, y empezó a entrar en pánico al ver esos ojos llenarse de lágrimas.

— Lo siento.

¿DÓNDE ESTÁ EL AMOR? | ragoney Donde viven las historias. Descúbrelo ahora