5to día

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Escuhé golpes fuertes en la puerta principal haciendo que me despertara por completo. Tratando de no perder la cordura, me levanté de la cama y rápidamente bajé a ver quién era el o la que me había despertado bruscamente tan temprano.

Al abrir era el vecino, al cual nunca le había dirigido palabra alguna. Me sorprendí tanto al verlo de esa forma. Tenía expresión de estar asustado, o de haber visto algo no fuera de su agrado, estaba pálido como un papel. Habló conmigo por unos minutos avisándome que había encontrado algo en su patio trasero. Traté de asimilar cada una de sus palabras, las cuales revoloteaban en mi cabeza y hacían estruendo. Mis nervios se hacían cada vez más presentes mientras que el sujeto no iba al grano con lo que trataba de decirme.

Tomé la iniciativa de preguntar qué era lo que había encontrado en su patio, y qué tenía que ver yo con eso. Él, guardando silencio por unos segundos clavó su mirada en mí para luego decir: "He encontrado a tu gato muerto, en mi patio..."

Mi primera reacción fue pensar en quién pudo haber sido capaz de hacer semejante atrocidad. Pensé en que algún vecino me tenía "ideas", y que quiso pagarla con mi gato. Pero él no tenía culpa, recién lo había traído a casa. Y eso sin duda, me afectó. Había perdido a Xumi, mi compañero que a pesar de llevar tan poco en mi casa, le había agarrado mucho cariño.

(...)

Una sensación de soledad invadió por completo mi ser. Y la presencia de aquel niño cada vez se hacía más fuerte. No me dejaba en paz, no dejaba de seguirme, no sabía qué quería de mí exactamente y eso me alteraba.

(...)

Un día por la tarde estaba en la cocina preparándome algo de comer, tenía que calmar mi ansiedad de alguna forma. Me dispuse a ver algo de televisión mientras comía lo que recién había preparado. Así que, me senté en el sofá y encendí la televisión. No pasaron si no unos minutos cuando de pronto escuché unos rasguños provenientes de alguna puerta de la casa. Traté de perseguir el sonido pero mientras más me acercaba más se desvanecía el sonido. Éste, provenía de mi habitación, alguien rasguñaba la puerta desde el otro lado.

Giré el picaporte con la esperanza de encontrarme con el causante del ruido, dentro de mí, algo me gritaba que no abriera la puerta, pero estaba cansada de la situación. Quería acabar con esto.

Para mi sorpresa aquel niño pequeño estaba el un rincón de la habitación mirando fijamente la pared en ésta. Y justamente, era el mismo rincón al cual mi gato le había estado poniendo el ojo antes de fallecer. Mi mirada se centró el aquel niño por unos segundos, él de inmediato voltea y deja al descubierto sus cuencas vacías, no tenía ojos. Dando un salto atrás por el susto choque contra un pequeño estante que había detrás de mí, dándome un pequeño golpe en el pie.

Solté un quejido, y tratando de acariciar mi pie escuché como la puerta del cuarto se cerró provocando un gran sonido. Mi mirada se volvió a fijar en el niño y éste de inmediato corrió hacia el armario, perdiéndose así en la ropa que colgaba dentro de si. Al hacerlo, empezó a reír frenéticamente.

Mis oídos no se adaptaban al desagradable sonido de su impaciente risa, la cual hizo que mi piel se erizara. Me abalancé sobre el encendedor de luz para presionarlo pero éste no se movía, estaba congelado. Traté con todas mis fuerzas pero éste no daba señales. Me di por vencida sentándome en el suelo con ambas manos en los oídos, él seguía riéndose. Esto sin duda ha sido lo más cerca que he estado de él.

Lo último que recuerdo fue haber gritado "¿qué quieres de mí?". Y ahí fue cuando sus risas cesaron.

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