1er día

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Me desperté dando un gran salto en mi cama, había un gran estruendo en mi cabeza, le eché un vistazo al reloj de pared que tenía justo frente a mí, 2:59 de la mañana. ¡Vaya! Tenía varios días despertando de la misma forma, y cada vez los saltos que daba eran más bruscos. No sé qué me estaba sucediendo, pues nunca antes me había ocurrido algo similar. De pronto, tuve la sensación de ser observada, era una sensación horrible. Indescriptible. Deseché la idea de que alguien pudiera encontrarse en mi habitación, era muy tarde. Además, vivía sola. Tal vez era solo mi imaginación jugándome una muy desagradable broma. Pero eso no explicaba el hecho de que me estuviera sintiendo observada desde hace ya un par de minutos. Suspiré mirando a ambos lados de la habitación y no pude distinguir absolutamente nada, pues estaba muy oscuro. <<Ya eres adulta, ¿qué te sucede?>> me dije a mí misma. Pero de todas formas no lograba tranquilizarme. Comencé a sentir ansiedad y algo de desesperación, sabía que alguien en alguna parte tenía su mirada puesta sobre mí; sin dudas tenía una mirada muy pesada.

<<Pero... ¿qué demonios...?>>, ahora si mi imaginación se estaba pasando de la raya, no podía creer lo que había acabado de escuchar hace unos segundos. Era como un sollozo, llanto, lamento o algo así... Pero era la voz de un niño. Un niño muy pequeño. Opté por guardar absoluto silencio para confirmar si lo que había escuchado era un sollozo. Me quedé inmóvil en mi cama, mirando al techo, respirando lo más calmada posible para poder prestar atención a cualquier ruido. Y ahí estaba, otro sollozo, me levanté de inmediato apoyando los codos sobre el colchón. Esta vez el sonido era más insistente y se escuchaba más cerca. Aunque no lograba ver nada sabía que alguien estaba allí, acechando cauteloso por mi habitación por algún motivo. Y quería saber por qué.

De alguna forma, mi mente me decía a gritos que ignorarlo era la mejor forma de solucionar el problema. Pero eso no era lo que yo quería, yo quería ver a quién estuviera provocando el sonido. Ya no era una niña risueña a la cual todo le daba miedo. Mientras mi mente divagaba, el sonido era cada vez más fuerte y no sabía qué hacer. Mi corazón latía tan fuerte que casi podía oírlo dentro de mí. Mi dormitorio a pesar de ser tan oscuro, tenía la ventaja de poseer techos de zinc, por los cuales podía colarse algo de luz nocturna. Debía sacar provecho de eso. Entrecerré un poco los ojos para que mi visión se adaptara al entorno. Tardó unos segundos, pero funcionó.

Para mi gran sorpresa, un niño de aspecto descuidado y muy pequeño se encontraba abrazando el soporte de mi cama. Di un pequeño salto empujando mi cuerpo hacia atrás apoyándome por completo a la pared. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y de inmediato comencé a ventilarme. ¿Qué hace un niño en mi habitación a estas horas? Y comenzó a llorar otra vez, con su miraba clavada en mí. Yo no dije nada, ¿qué iba a decirle? Lo que me sorprendió era el tamaño de su cuerpo. Era extremadamente pequeño. Llevaba puesta ropa desgarrada y no podía ver su rostro, pero si su cabello. Un cabello largo y seco.

Quería llorar, estaba realmente asustada y él no paraba de llorar. Se encontraba muy cerca de mí y eso hacía que quisiera correr lo más lejos posible. Él era quién había estado observándome todo este tiempo. ¿Por qué a me tenían que suceder estas cosas? Definitivamente creer en cosas paranormales no era lo mío. Sin embargo, ¿qué era eso? <<¡De acuerdo! ¡Dejaré de ver vídeos de terror por las noches!>>. Pensé en ignorarlo, tal como mi mente me decía. Y así hice, pero de todos modos no podía callar lo sollozos del estúpido niño. <<¿Y si tal vez le lanzo un zapato?>>. Esa sin duda no era una buena solución, ¿y si después venía corriendo a mí con su aspecto de psicópata a matarme? Ya estaba pensando demás. Tenía sueño, así que tomé mi cobija y velozmente me cubrí entera. Ignorando por completo al niño llorón. Cada vez los sollozos cesaban y yo dejaba de estar agitada. Y así logré quedarme dormida.

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