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El castaño dibujaba en su cuaderno de notas, plácidamente. De vez en cuando alzaba la vista al pizarrón y prestaba atención a lo que decía el profesor, pero luego volvía a agachar la cabeza y seguía con lo suyo.
A un lado estaba un chico de cabello castaño y ojos color avellana, observándolo con cierto interés.

—Es lindo. —dijo amablemente. Jack se sobresaltó ante la voz. Giró su vista en dirección a él, estaba sonriendo con empatía, a pesar de que estaba sentado, podía decir con exactitud que era de baja estatura.

—Gracias. — le mostró una sonrisa de boca cerrada. — ¿Eres nuevo? No te había visto antes.

— Me cambiaron de clase... hace dos semanas. — el castaño lo miró asombrado. — Supongo que no me has visto porque suelo ser muy tímido, además siempre me sentaba en la parte de atrás, pero cómo esos bravucónes empezaron a molestarme, salí despavorido de ahí.

Jack volteó hacia atrás y divisó a los "chicos incomprendidos" como él solía decirles, el ojiverde estaba jugueteando con el cabello de las británica, el de tez morena y el castaño rizado, lanzaban bolas de papel a un chico de gruesa contextura, llamado Jeremy, quien también era buen amigo de Jack.

Por otro lado estaba el azabache, observando a través de la ventana, probablemente absorto en sus pensamientos.
Apartó la vista y la posó sobre el castaño. Un gesto de sorpresa asomó en su rostro al ver que él también lo había estado mirando, puesto que el menor no solía mirar hacia atrás, y sobre todo nunca lo miraba a él.

El menor le sonrió tímidamente, eso provocó un leve sonrojo en el azabache, pero un impulso le obligó a mostrale el dedo del medio. Lo miró con indiferencia y se acercó a su amigo el ojiverde y le susurró al oído. Instantaneamente el ya mencionado, lo vio y una sonrisa burlona asomó por su rostro.

Dijo en un susurro algo que el menor entendió a la perfección:

Marica.

El azabache lo miró burlón y repitió lo que había dicho Jaeden.

El castaño volvió su vista al frente y sus ojos comenzaron a nublarse, rápidamente se las secó con la manga de su sueter.
Creyó que nadie lo había visto, pero estaba equivocado. Sophia lo había visto todo.

Sin darse cuenta aquella enfurecida peliroja arrugó su hoja de trabajo. Se levantó repentinamente, llamando la atención de todos los presentes.

—¿Ocurre algo, señorita Lillis? — preguntó el maestro, observándola a través de sus lentes con una ceja enarcada.

La peliroja lo miró desconcertada, luego dirigió su vista al grupo de abusivos, frunció su ceño levemente y volvió a sentarse.

—Cómo les decía, muchos de los óxidos ácidos son sustancias tóxicas y...

Lillis regresó su mirada atrás, la británica la seguía observando, le torció los ojos e hizo una "L" con su dedo índice y pulgar.

No le tomó la más mínima importancia al gesto de la castaña y se dedicó a prestar atención a la clase. Al cabo de unos minutos sintió que algo le cayó sobre el cabello. Se lo sacó y vio que era un trozo de papel doblado. Lo desplazó y leyó la siguiente frase:

"¿Las drogas te están afectando, zorra?" 

Por su mente cruzaron diversas ideas de cómo hacer sufrir a la castaña. Era fácil, pero el único problema era que ella nunca se separaba de su grupo de matones.
Con superficialidad escribió sobre el papel y se lo envió.

La británica no se esperba recibir de vuelta la nota. Con algo de intriga lo abrió.

A mí no ¿La cirugía te está afectando el cerebro, transexual?

Eso fue como un golpe en el estomago para la castaña. La miró con ojos de furia y la peliroja le guiñó un ojo, con una sonrisa de oreja a oreja.
Sin embargo, Sophia se recriminaba por haber colocado a los transexuales en tal cruel oración, no estaba en contra de ellos, es más ella los apoya mutuamente, pero lo que sea para poner en su lugar a esa británica. Aunque eso signifique una paliza segura después de clases.

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Los estudiantes salieron corriendo como alma que persigue el diablo al escuchar el timbre de salida. Excepto los acosadores, Jack y los demás.

Éstos últimos se escondían del intimidante grupo de Finn. Salieron por la parte trasera del edificio, Gaten de vez en cuando inspeccionaba los pasillos para asegurar de que estaba libre de los abusones.

Por otro lado los acosadores tomaron en cuenta de que "sus juguetes" solían salir por la puerta principal, esta vez no fue así.

—Ya vamos chicos, eso de esperar a esos niñatos apesta.— propuso Wyatt, recibiendo la razón por parte de Caleb.

—Si quieres irte, hazlo, la puerta está libre. — habló neutral, el azabache. — Si todos quieren irse, háganlo, yo esperaré al enano.

—¿Por qué tanta impaciencia por verlo? — Millie enarcó una ceja y todos se mofaron ante la pregunta.

El azabache tenso la mandíbula y una imaginaria capa de sudor le cubría la frente, empezó a jugar con sus manos y al darse cuenta que sus acciones delataban lo nervioso que estaba, se apresuró en decir:

—Quiero divertirme con él.— una sonrisa jocosa asomó por su rostro. Los demás se encogieron de hombros y decidieron quedarse.

Estuvieron aproximadamente quince minutos parados afuera. Los otros chicos ya habían salido y ahora se encontraban en una heladería, pues habían acordado ir ahí después de clases.
Los acosadores se cansaron de esperar y refunfuñando se fueron cada quien a sus casas.

El azabache entró a su casa y se encontró con su hermano mayor, Nick, quien estaba sentado en el sofá viendo una pélicula romántica con su novia. Él los miró asqueado y subió a su habitación.

Lanzó su mochila a un rincón de la habitación y se lanzó a la cama. Mientras contemplaba el techo, se tocó la mano que el menor había tocado. Se la llevó al pecho y la presionó contra sí mismo.

Cerró sus ojos y en su mente proyectó la sonrisa del castaño. Como un tonto sonrió, recordándola.

Aquel azabache impasible, tenía sentimientos escondidos hacía el castaño, pero al recordar aquel día, dónde supo lo que era tener un corazón roto por primera vez, decidió eliminar todo tipo de buenos sentimientos hacia el menor, y ahora según su pensamiento, trata a Jack cómo realmemte se lo merece.

En otra parte de la ciudad a la misma hora, Jack se despidió de sus amigos desde la entrada de su hogar. Los chicos se fueron y el menor cerró la puerta, apoyando su espalda sobre ésta, se deslizó y quedó en cunclillas.

Tenía un nudo en la garganta, le dolía mucho el pecho y su labio inferior comenzó  temblar. No podía retenerlo más, soltó un sollozo y en tan solo segundos, el castaño lloraba inconsolablemente. Escondió su rostro entre sus piernas y lloró todo lo que había aguantado desde la mañana. Lloró con libertad.

Esa era su rutina, tener siempre una sonrisa en su angelical rostro frente a todos y descontrolarse llorando cuando estaba a solas.

La situación lo cansaba cada vez más. No comprendía por que aquel azabache lo trataba como si fuera basura. Aquel chico lindo que siempre estaba presente en sus pensamientos y sueños... ahora en lo único que aparece son en sus pesadillas.

~Jane Hopper 🌷

Acendrado  ☪︎ Fack ☪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora