—Mi pareja será Grazer.—afirmó el azabache, mirando fijamente al castaño, aunque éste estuviera entretenido escribiendo algo sobre el dorso de la mano de su compañero.
—Lo siento, Finn. Pero Jack ya tiene una pareja, puedes elegir a alguien que aún no la tenga.
El azache rodó los ojos y miró de reojo a los otros chicos. Ninguno le agradaba, no quería formar pareja con nadie que no sea ese pequeño castaño. Con el poder de las palabras convenció al maestro para que aceptara que el canadiense y el norteamericano se unieran.
El profesor se acercó a la mesa del castaño y el ojiverde y les avisó que desde ahora el menor formaba equipo con el azabache.
Angel observó desconcertado el repentino cambió y frunció su cejo.—Hasta pronto Jack, te veo al rato.— sonrió con ternura y le revolvió los rizos. El menor respondió el gesto y se despidió del ojiverde con un beso en la mejilla.
Acción que hizo que todo el cuerpo de Wolfhard ardiera de furia. Le lanzó una mirada agria a su contrincante, y éste hizo lo mismo. Ambos se miraron como dos enemigos a muerte, uno por coquetear con el castaño y el otro por estar enterado de lo que le hace al menor.
Lejos de la irritable presencia de Angel, Finn se sienta frente al castaño y lo mira con su típoca indiferencia. El pequeño se retorcía en su asiento, no le gustaba para nada como el azabache lo estaba mirando. Tragó saliva e intentó mirar a otro lado, no obstante la penetrante mirada del mayor hacía que una fina capa de sudor se posase en su frente, obligándolo a mirarle a los ojos.
Esos ojos que anhela que algún día lo mire con ternura.
—H-h-hola Fi-fi-finn—el pequeño tartamudeó—. ¿C-cómo estás?
No respondió.
Su respiración se hacía cada vez más pesada. Sentía que se estaba asfixiando, agarró su botella con agua y tomó un sorbo. El mayor no le quitaba la mirada de encima, eso provocó que se engalillara. Tosió varias veces dándose leves golpecitos en el pecho.
Dejó la botella a un lado y se dedicó a jugar con sus dedos. Observó de reojo al azabache, esperándose una mirada fija sobre él, sin embargo éste había apartado la mirada hacia la ventana. El menor lo quedó observando durante numerosos segundos, preguntándose así mismo, cómo era posible que alguien tan lindo fuera realmente malvado.
Observó sus pequeñas pecas y empezó a contarlas, no le importaba si eran muchas, tampoco le importaba si el mayor lo resgresara a ver y se encontrara con su mirada intrusa.
—No hagas eso.
El menor se sobresaltó ante la voz gruesa del azabache y preguntó nervioso.
—¿Ha-hacer qué?
—Observarme. Es incómodo.
¿Acaso no estaba haciendo él lo mismo? Se preguntó el castaño.
—L-lo siento, pero es que me gustan tus pecas.—lo último lo dijo en voz baja, pero no lo suficiente para que el mayor no lo escuchara.
Una pequeña sonrisa se formó en el pálido rostro del mayor, era una sonrisa que el menor jamás había visto en su vida, y juró que era la sonrisa más pura y sincera que el azabache le había mostrado. Un leve color carmesí se posó en sus mejillas, su corazón latía más de lo normal.
Pero aquella sonrisa por parte del azabache se convirtió en una linea recta, indiferente y fría. El menor dejó de sonreír.
El timbre sonó, los alumnos se levantaron y se retiraron al igual que el profesor, quien fue llamado con urgencia hacia la oficina del director, sólo quedaron el menor y el mayor, éste último lo seguía mirando, el menor intentó levantarse pero se sentó de golpe al sentir la mano del azabache sobre su hombro. El castaño lo miró aterrado, movió su hombro levemente, pero el canadiense lo apretó con más fuerza, provocándole un gemido de dolor. Sus ojos empezaron a arder, estaba tan aterrado que no podía articular palabra alguna.
—No creas que por decir palabras bonitas, vas a esfumar todo el odio que tengo hacia ti, marica.
Lo empujó contra la silla y salió del lugar. El menor se levantó y apoyó sus manos en la mesa con la cabeza gacha, las lágrimas no tardaron en aparecer, estaba enojado, pero no con el azabache, sino consigo mismo, enojado, por permitir que su corazón sienta cosas que es mejor no sentir, con su mente por mostrarle el rostro del azabache todos los días de su jodida existencia. Aunque también agradecido por proyectarlas, ya que las consideraba como algo esencial en su ser.
Salió también del lugar y observó a sus amigos recargados en la pared, hablando animadamente entre ellos.
La máscara volvió a aparecer, dibujando una brillante sonrisa.
I know, ya había publicado el capítulo 4, pero como soy pendeja se me borró :'v
~Jane Hopper 🌷
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Acendrado ☪︎ Fack ☪︎
Fanfic-¿Qué he hecho para merecerme tu odio, Wolfhard?- preguntó el indefenso Jack, al borde de las lágrimas. 🌌 Donde Finn se esfuerza por hacerle la vida a Jack un completo infierno por razones desconocidas. 🌌 Esta obra no puede ser reproducida, total...