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-Suéltame.-oí que dijo entre dientes, casi inaudible. Mi rostro estaba escondido en su hombro, aspirando su olor que tanto extrañé, mezclado con el aroma del alcohol. Se notaba por su voz, que estaba ebrio.

No obedecí, como era de esperar. En lugar de eso lo abracé con más fuerza, negándome rotundamente a soltarlo. No quería hacerlo, necesitaba sentilo entre mis brazos. Lo extrañaba mucho. Y aunque no merecía tenerlo tan cerca, sin barrotes de hierro, ni paredes de concreto, ni frías esposas, ni nada que nos separe más allá que nuestras prendas, debía tocarlo, sentir su calor.

-Minhyuk, suéltame.-repitió esta vez, sonando más dolido, quebrado. Estaba a punto de llorar, al igual que yo.

Me sentía horrible, desde luego, pero me negaba totalmente a dejarlo ir. A soltarlo. A dejar que él me olvide con botellas y botellas de diferentes bebidas alcohólicas. Ser parte de su pasado. Eso, para mí, era el peor castigo que podía recibir por su parte y sabía que él era consciente de ello. Por eso me evitaba, por eso mostraba un fuerte odio hacia a mí. Quería alejarme de sí mismo, desde luego que debía hacerlo. Pero ninguno de los dos se lo merecía. Fui una mierda con él, bastante injusto y estúpido. Y aún así, tenía que estar a su lado. Tener su perdón, su amor de vuelta.

Porque después de todo, sólo nosotros sabemos que podremos acabar con toda esta historia juntos. Ponerle un punto final, seguir viviendo sin preocupaciones y limpiar la sangre de nuestras manos. Todo aquel pecado será borrado de nosotros una vez estemos libres, sin limitaciones, en un espacio seguro. Con una vida normal, aunque con un oscuro pasado que tengamos que olvidar juntos.

-No pienso soltarte.-respondí negando, hundiendo mi nariz en su camiseta, con su olor siendo más intenso para mis fosas nasales, disfrutándolo más.

Kihyun suspiró e intentó zafarse de mí, pero no pudo. Mientras más fuerza ejercía él con liberarse, más fuerte lo abrazaba yo. Entonces dio un paso hacia atrás, yo uno hacia delante. Luego dio otro, y yo me acerqué más a él. Así hasta que, sin darme cuenta, estábamos dentro de su oscuro y frío departamento. Yo tenía los ojos cerrados cuando entramos, dejando que mis lágrimas mojen su ropa, y los abrí en cuanto la temperatura y el olor del ambiente cambió. Persianas en alto, pero con las luces apagadas. Todo ordenado, salvo por algunas botellas que se encontraban amontonadas en la pequeña mesa frente al sofá. El único desorden. El olor a alcohol que había no era embriagante, incluso diría que era soportable, sin embargo se sentía.

Él cerró la puerta, haciendo más oscura la habitación. Entonces sentí sus manos subir por mi pecho, hasta parar sobre mis hombros, empujándome levemente y por fin cedí. Sus ojos, tristes y apagados, me miraron con lágrimas que amenazaban con salir. La mirada se tornó oscura, furiosa, pero sin dejar de mostrar dolor. Y me besó. Me besó de una manera brusca, forzada. Mordiendo con rabia mis labios, uniéndonos a ambos bastante salvaje. Un beso que demostraba amor y odio a la vez, deseo y desagrado. Estaba bastante confundido en corresponderle, creí que iba a ser yo quien diera ese paso, sólo que lo besaría con más cariño. Sin embargo, él me había ganado.

Seguía empujándome hacia él, haciendo que el beso sea más desesperado. Luego me empujó con fuerza lejos de su pequeño cuerpo. Lo miré. Se limpiaba los labios sin apartarme los ojos de encima, ojos apagados, llenos de lujuria y de desprecio a la vez. Ambos estábamos agitados, ninguno de nosotros dijo nada en esa pelea de miradas. Uno que estaba confundido de lo que estaba pasando, y el otro que parecía que iba a saltar sobre mí a comerme vivo.

-Ahora vete.-dijo. Sus orbes se volvieron suaves, llenándose de lágrimas que no tardaron en caer. Hizo un puchero, sus cabellos despeinados que mostraban suaves ondas le daban una imagen más infantil, más vulnerable.-No te quiero aquí, vete.

Fighter ll: All for you. [KiMin] [Monsta X]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora