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Cuando desperté a la mañana siguiente, el sol recién se estaba asomando en el horizonte. Estaba en una cama. En una cama que ya conocía bastante bien, con un peso extra del otro lado. Lo vi durmiendo boca abajo, con sus ojos cerrados asomándose desde las mantas que lo cubrían completamente. El cabello caía por su frente y su mano estaba al lado de su cabeza. Todo Yoo Kihyun era tranquilidad en ese momento. Respiración lenta, relajada. Su cuerpo se hallaba desnudo debajo de las sábanas. Su suave y tersa piel cubierta, protegido del frío del amanecer.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, lo que hizo que volviera a acostarme y taparme, mirando al chico que descansaba a mi lado con total ternura. Apoyé mi cabeza en la almohada y atraje a Kihyun hacia a mí, abrazándolo con fuerza. Él se acomodó, abriendo sus ojos lentamente. Yo sonreí, viendo cómo volvía a dormirse.

—Te amo demasiado, ¿sabes?—murmuré. Kihyun asintió.—Eres muy hermoso, Ki. Me vuelves loco.

—Deja dormir, estoy agotado por tu culpa.—suelta bajito, con su voz ronca y lenta que hace que estalle de dulzura por él. ¿Cómo y por qué consiguió que yo sintiera esto?

Estaba condenado a sufrir. Lo sabía. Los dos lo estábamos y aún así preferíamos disfrutar esa condena, ese sufrimiento tan doloroso que estábamos pasando. Nuestra existencia nos intoxicaba lentamente, pero a la vez era nuestro antídoto hacia nuestras penas y decepciones.  Éramos conscientes de que si escapábamos, no lo íbamos a hacer juntos por mucho que quisiéramos. Pero aún así o hacíamos, sin importar el miedo a perdernos. Ya nos encontraríamos en algún futuro, probablemente.    

Besé su coronilla, optando por dormir un poco más teniéndolo a él junto a mí, después de tanto tiempo. De tanto rencor y rechazo. No debía pensar en lo malo, eso no existe. Sólo existe Kihyun, ese rayo de sol que se asoma en mi vida de constantes tormentas.

(...)

—Quiero presentar mi carta de renuncia.—dije con decisión dejando un sobre blanco encima del escritorio del nuevo jefe de policía.

Kihyun y Hoseok no tenían idea sobre esto y estaba seguro de que me matarían en cuanto ellos lo supieran porque yo les sería de mucha ayuda, pero me daba igual. Ya no quería estar allí, no sabiendo que no había motivo para estar metido en eso, no sabiendo la vida que llevaba. Estaba sucio ya, impuro. No merecía ser policía. Estar allí me provocaba un serio malestar. Todos haciendo justicia y yo... yo siendo la injusticia.

Choi Siwon, el nuevo jefe, me miró el papel y luego a mí, analizándome. Yo permanecía parado frente a él bajo su penetrante mirada. Él suspiró, tomando la carta mientras se tiraba hacia atrás, descansando su espalda en el respaldo de la silla.

—Ya era de esperarse.—dijo.—Bien, estás fuera. Recoge tus cosas y vete.

Me quedé perplejo ante sus respuesta, boquiabierto. ¿Eso era todo lo que tenía por decirme?

Siwon siempre fue callado, serio en su ámbito laboral. No esperaba que me dijera algo más, pero tampoco esperaba que su respuesta fuera tan seca. Y sin más, obedecí. En una hora ya tenía todo listo. Sin uniforme, sin esposas y sin un arma. Salí de allí con una caja que tenía algunas de mis cosas que había dejado: carpetas, bolígrafos y alguna que otra estupidez que siempre olvidaba en el trabajo.

Me fu del departamento, sin mirar atrás. Por algún motivo sentía que esto era algo bueno para nosotros puesto a que ya sabía que había uno de los hombres de Jooheon trabajando allí también, pero no sé quién. Éramos tres contando a Kihyun, tres marionetas. Tres lobos disfrazados de oveja. Estaba curioso por descubrir a ese tercero, pero no encontraba la forma. Jooheon jamás me lo quiso decir y al misterioso chico jamás lo había visto dentro de esa pequeña mafia tan poderosa.

Fighter ll: All for you. [KiMin] [Monsta X]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora