Antes de dormir...

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Querido Tú.

Anoche antes de ir a mi cama y descansar alguien me pregunto por ti, tristemente no supe qué respuesta darle con exactitud, así que me limite por decir la verdad, no sé. Ciertamente no sé donde estas, que estás haciendo y mucho menos como estas. Hubo un choque en mis neuronas al momento en el que mis recuerdos comenzaron a azotarme en el presente, si me hubiesen realizado esa pregunta años atrás podrías decirle con exactitud tu horario.

Sinceramente eso era extraño, tanto tú como yo nos conocíamos los horarios de entrada y salida a nuestras respectivas actividades, conocía mis días libres y aquellos en los que el estrés me consumía y necesitaba de un mensaje o llamada suya para aligerar la carga sobre mis hombros. En tu caso era algo similar, tú siempre que necesitabas mi ayuda allí estaba yo para hablarte y consentirte.

Éramos así, un equilibrio entre lo estúpidamente cursi y lo anormalmente traviesos, nos burlábamos de nosotros mismos e incluso nos escapábamos en los momentos más extraños para vernos, en aquellos ratos en los que necesitábamos ir a casa, cuando alguno necesitaba salir y distraerse, por aquellas tardes de películas en el cine, por los montones de helado que comimos juntos y por aquellas caminatas sin rumbo. Éramos perfectamente unidos y separados al tiempo. No nos atosigábamos el uno al otro y a la vez nos dábamos el cariño que cada uno necesitaba, era el balance ideal.

No he vuelto a tener eso, hablo por mí esta vez, no sé qué has obtenido tú en mi ausencia, pero espero al menos tengas buenos recuerdos de mi, porque yo si los tengo de ti. De aquellas risas en una de las mesas del cine, de las peleas a juego entre quien ganaría en el futbol, tú le ibas a Italia y yo a Argentina en el mundial pasado. Ninguno de los dos gano a decir verdad, pero a decir verdad, el Argentina llego más lejos esa vez, ¡JA!... Fue divertido verte en esa faceta tan competitiva.

Recuerdo exactamente un día en especifico, estábamos en un centro comercial y tu estabas enfermo y yo intentaba consentirte, no nos importaba vernos con gripe, fiebre o dolores, eramos felices viéndonos así estuviésemos patéticos, me encantaba eso, en fín, ese día vimos un libro en una de las librerías que ese centro comercial tenia, el libro se llama Locos por el fútbol, o algo así. Tomamos una foto de ese libro con nuestras manos haciendo un corazón, ridículamente cursi.

Te burlabas de mí porque decías que mi equipo iba a perder en el próximo juego y yo simplemente te decía que no, que ganaríamos y que tendría que tragarse sus palabras, era divertido esa forma de bromear entre nosotros. Esa tarde conocí a unos amigos tuyos, uno de ellos tenía un nombre muy peculiar que al inicio siempre olvidaba, a pesar de mi buena memoria.

Fue sinceramente una de las tardes más divertidas que recuerdo contigo. ¡Ay querido tú! Siempre has sido un punto a favor en mi vida. Gracias por ello.

Querido tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora