Llegué a mi casa a las dos de la madrugada, tomé mi teléfono y agendé a Paul. Mi madre se fue a dormir, yo estaba cansada pero quería que él me llame, aunque seguramente ya estaba durmiendo así que le mandé un mensaje que decía:
Paul, ¿Qué tal?, soy Nur, la chica de la fiesta, ¿Estas despierto?
Eran las tres de la madrugada y yo no podía dormirme, tomé un café –Me encanta, no puedo irme a dormir sin al menos haber tomado una taza antes- y me fui a la cama. Empecé a mirar la fotografía de mi padre que me traía tantos recuerdos y finalmente me dormí.
A la mañana siguiente miré mi teléfono. Un mensaje de Paul:
¡Wow!, ¿Qué onda?, ¿Te gustaría ir a tomar algo esta tarde? Disculpa que no te contesté, estaba dormido.
En ese momento empecé a gritar de la felicidad que tenía. Mi madre se acercó asustada pero le dije la verdad
-Mamá, ¿Recuerdas el chico guapo de ayer?
-¿Paul?
- Si, ese mismo. Me invitó a salir esta misma tarde
-Bueno… ¡Decile que sí! Hija, al fin vas a encontrar a alguien
Me ruboricé y enseguida le respondí a Paul:
-Claro que sí, ¿A dónde vamos?
Mamá estaba peor que yo. Quería ir al centro comercial a comprarme ropa y yo… bueno a mi mucho no me interesaba, si iba a salir con él tenía que ser como soy yo y no como la boba que estaba en esa fiesta, torpe pero al mismo tiempo elegante.
Busqué y busqué hasta que al fin encontré un solero que me había dado mi madre por mi cumpleaños pero que nunca había usado. Era turquesa con un cinturón de raso negro. Era perfecto para usar esa tarde.
Eran las doce del mediodía, almorcé con mi madre en casa de Millie, había hecho tomates rellenos con arroz y una salsa que la verdad estaba exquisitos.
Salí al parque para llamar a Paul y estaba Cachilo –Moría de miedo, los perros me dan mucho miedo desde que soy pequeña- así que volví adentro y fui a la habitación de Millie. En ese momento, me mandó un mensaje:
-¿Qué te parece si vamos a merendar? Podríamos ir a Black Point, venden cafés riquísimos y unas galletas deliciosas.
En ese momento no me interesaba ni Cachilo, ni el solero que me iba a poner, ni los tomates rellenos ni absolutamente NADA, estaba tan emocionada que le contesté sin pensarlo:
-¡Claro! Donde sea que vos quieras ir, yo voy.
Lo peor es que acompañé ese mensaje de un emoticón sonriente, uf, que boba.
Al rato respondió:
- A las seis te esperaré allí.
Fui a la cocina donde estaban mi madre y su mejor amiga y le dije:
-¡Ma! A que no sabes a donde voy a ir hoy…
- No sé, ¿A dónde iras?
- Esperen, ¿De qué hablan? –Interrumpió Millie-
-Sobre el chico guapo, como era… ¡Paul! –Dijo mamá riendo a carcajadas-
- Oh, el hijo de Pamela, una de mis mejores amigas
- Bueno… ¿Me van a dejar decir a dónde voy hoy?
- Claro hija, dilo.
-¡A Black Point!