Escapando de la página en tus manos

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Por Sineala

Traducido por Kathe Eli

[Por favor, recomiendo leer las notas "antes de leer", o quizás podáis perderos un poquito, cualquier duda, podéis decirla]

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...

Steve

...

Las palabras aparecieron en la muñeca de Steve cuando tenía seis años.

Por un momento, había estado de pie ahí, de puntillas, ayudando a su mamá a alistar la mesa para la cena, y al siguiente momento, su muñeca izquierda comenzó a picar ferozmente, más que cualquier sarpullido o picadura de insecto que hubiera tenido alguna vez, pero no lo lastimaba, al menos, nunca tanto como la vez que se rompió la muñeca, cuando Hutch lo empujó por las escaleras, en la escuela.

Retiró su brazo para ver qué pasaba y giró su mano para examinar el interior de su muñeca, donde picaba más.

Se formaron letras en su piel, de un charco de tinta oscura que parecía un hematoma, pero fluyó por su brazo como si se hubiera derramado un tintero y hubiese frotado su muñeca en el charco. Mientras las palabras se escribían y tomaban sentido, el resto de la tinta se desvaneció, y luego no había nada más que las palabras, limpias y negras, en su delgada muñeca.

Las palabras estaban impresas en grandes mayúsculas —¡él podía leerlas!— Y Steve las leyó, cuidadosamente, en un susurro:

"¡Eso es lo que íbamos a preguntarle!" La última palabra estaba subrayada dos veces.

Eran sus palabras especiales. No estaba seguro de lo que realmente significaban, excepto que la mayoría de los niños y suponía que también los adultos, porque probablemente no se borraban, las tenían; y la gente educada no hablaba de ellas, una vez que aparecían, siempre debían ser cubiertas. A veces los niños mayores hacían bromas que él no entendía. Todos los demás obtuvieron las suyas cuando tenían cinco años. Steve sabía que las había obtenido un año después, pero él era más pequeño que todos los demás niños, por lo que pensó que, tal vez, tuvo que crecer un poquito más, primero.

—¿Qué fue lo que dijiste, querido? —su mamá preguntó. Había dejado de cortar las patatas, golpeaba la tabla de cortar con el cuchillo grande, y se inclinaba para mirarlo.

—Tengo palabras —dijo, y estaba extendiéndole el brazo sin pensarlo—. En mi brazo. Mis palabras especiales.

Extendió su muñeca por un poco más de tiempo, y luego, recordando lo que era correcto, metió la mano en su bolsillo. No estaba bien mostrar sus palabras así. Se suponía que no debía mostrárselas a nadie, eso decían los otros niños; pero era su madre, y tenía que enseñárselas a su madre, ¿no?

Slipping off the Page into your Hands // TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora