-¿Y quién está aquí?
+¿Quién soy? ¿Te refieres a mi origen? ¿Lo que podría llegar a ser? ¿Lo que hago? ¿Lo que hice?¿Lo que sueño? ¿Quieres decir... lo que ves? ¿Lo que vi? ¿Lo que temo? ¿Te refieres a quien amo? ¿Lo que perdí?
¿Quién soy?
Supongo que soy... lo mismo que tú. Ni mejor. Ni peor. Porque nadie fue ni será jamás... exactamente igual a mi ni a ti.
Para serte franco, la gente no suele caerme bien. Todos fingen, mienten. Hacen lo que sea por manipular y controlar lo que los rodea. En un mundo así, la lealtad es lo más preciado que hay.
He visto cosas... tan salvajes. Tanta crueldad, tanta injusticia, y una indiferencia total hacia todo eso. ¿Que puede importar mi trabajo? A dario pasan cosas terribles. Me han pasado a mí y a mi familia. Por eso es tan importante el coraje. Hace falta coraje para ver las cosas terribles que pasan y aún así levantarse día tras día y poder ver lo hermoso. Hace falta coraje para recordar que en este mundo, los sueños, se hacen realidad.
Wittgenstein escribió: "Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo".
Tenemos al lenguaje en alta estima porque nos tenemos en alta estima a nosotros. Pero imaginen poder comunicar pensamiento y sentimiento sin palabras. Las palabras, su ineficiencia es un cliché.
"No tengo palabras". "No bastan las palabras". "Me fallan las palabras". Pero, ¿y si no las necesitáramos?
¿Qué no podríamos hacer si la gente leyera el pensamiento?... Para empezar, no podríamos mentir.
Recién ahora, en vista del caos y la destrucción que hemos causado en el planeta, empezamos a cuestionar nuestra supremacía. Al estudiar a nuestros antepasados, siempre atribuimos su extinción a la mala suerte. Pero hay cada vez más indicios de que no fue por accidente ni por falta de adaptación. La desaparición de nuestros primos lejanos fue consecuencia de un genocidio extendido y brutal. Y lo peor es que los hijos de esos asesinos salvajes están sentados en esta aula. Y de pie en este podio... Llegamos nosotros y arrasamos con todos los demás.
