Había dejado las zapatillas absolutamente mojadas en la entrada una vez que pasé la puerta. No me detuve a agarrar ningún tipo de provisiones, ignoré totalmente el rugido de mi estómago.
Estaba aún temblando así que corrí escaleras arriba y mientras dejaba el agua de la ducha correr, me desvestí y tire toda esa ropa al canasto para eventualmente lavarla. No tardé mucho en volver al baño y colocarme bajo la lluvia caliente que mi cuerpo ansiaba.
Podía sentir el resfrío que luego de esta diminuta aventura se apoderaba de mí; así como la relajación tal de mi cuerpo que ninguna parte de él estaba tensa.
El recuerdo fugaz de la escena que había vivido antes de entrar a casa seguía repitiendo en mi cabeza, por alguna razón intenté recordar el momento en el que algo similar haya pasado en mi infancia, pero no encontraba tal cosa.
Siempre fui muy independiente, mis padres desde que yo era pequeña me daban varias libertades que era normal para críos más grandes. Nunca me quejé, lo disfrutaba. Tengo pocos recuerdos vividos de mi niñez y los que tengo presentes tienen más disturbios que amor.
Recuerdo haber llegado de mi último año en preescolar, atravesar la puerta y escuchar el estruendo de algo romperse. Mi primer instinto fue agacharme, cerrar los ojos con fuerza y taparme los oídos. Se había roto un jarrón que mi papá recientemente le había regalado a Sonia, mi madre. Era precioso, bastante costoso también, papá lo mantenía siempre con flores frescas que le entregaba a mi madre.
Estaba todo esparcido lleno de pequeños vidrios rotos, agua y unas rosas blancas.
No recuerdo que gritaban, pero ambos estaban furiosos. Mi madre me vió y corrió a agarrarme, me alzó en sus brazos y comenzó a alejarse de la casa. Papá estaba en la puerta viendo todo con una carta en la mano y los ojos llorosos. Recuerdo estirar la mano porque no me quería alejar de él.
Cerré el grifo del agua y exhalé. Me apresure a secar mi cuerpo, acomodar el baño e irme hacia mi habitación.
Hacía frío. El invierno estaba prácticamente sobre nosotros y era cada vez más notable. Me coloqué el pijama y un buzo de más, porque para sumar en la casa el frío era incluso peor, se había roto la calefacción hacía ya un mes, pero todavía no buscaban quién la arreglaría.
Bajé las escaleras y me adentre en la cocina. Agarré del refrigerador algo de leche y mientras cerraba la puerta atrapé la caja de cereales que estaba sobre la encimera. Servi todo en un pequeño bol y comencé a comer dirigiéndome hacia la sala.
Busqué entre algunas cajas fotos de cuando yo era chica, había pocas, eran por lo menos dos álbumes de tan solo algunas páginas. Agarré ambos y bajo ellos encontré una carta. Para Sonia decía. Pésima escritura.
A lo lejos escuché la puerta de un auto cerrarse. Me acerqué hasta la ventana, papá. Cerré la caja y la guardé en su lugar. Con una de mis manos sostuve los álbumes y la carta, mientras que con la otra tenía el bol con cereales.
Subí las escaleras rápidamente y me encerré en mi habitación. Sabría que ya había llegado, mis zapatillas estaban en la entrada, la leche y los cereales sobre la encimera y el baño probablemente seguía estando húmedo, pero también sabía que no se acercaría a donde yo estaba.
(...)
Aún no era de noche, pero estaba sobre nosotros. Había pasado el día completando algunas tareas y cuando mi padre llegó de su trabajo miramos nuestra película favorita de la que siempre terminamos hablando por un buen rato. Era mi momento favorito del día, la tradición de hacer cosas juntos nunca me había dejado de emocionar.
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Amelia [editando]
General FictionEn la tierra de los demonios ella era parte de los ángeles terriblemente lastimados por aquellos crueles tiranos. Amelia nunca conoció el amor genuino. Para ella es todo o nada ¿podrás estar con a ella hasta la muerte? Inspirada en la canción de Sk...