Aún cuando aquello a lo que te aferras está lleno de espinas, es duro soltarse.
Estába llena de un deseo profundo y negro de caer de rodillas y llorar. Es como si supiera que nunca se recuperará. Tenía la sensación de tratar desesperadamente de afer...
Caminaba sin prisa hasta su cuarto, mientras intentaba calmar un poco sus latidos luego de aquel encuentro con el rubio.
Tenía que prepararse para mañana ya que iría con el héroe a quien fue recomendada. Pensar en ello la hacía poner de mal humor, pero aún así debía de aprovecharlo. Tal vez le serviría bastante.
Estaba ya frente a su puerta y cuando iba a tomar la manija para así entrar, fue detenida por una voz.
—Noté que tu comportamiento ha cambiado, Toshinori.
Con fuerza, golpeó su cabeza contra la madera de la puerta al sentirse frustrada. Solo quería descansar y de nuevo tenía que lidiar con algo.
—¡No hagas eso, es peligroso! —regañó moviendo sus manos de forma robótica.
—¿Qué quieres, Iida? —preguntó directa—, y no me digas Toshinori —corrigió—, es Igarashi.
—Se por lo que has pasado, lo comprendo... —comenzó a hablar mientras ella lo escuchaba— el sentimiento que crece en ti al momento en que dañan a alguien importante para ti... La venganza que es lo único que crece en tu interior, solo para al final sentirte vacía.
—Ve al punto —habló ya molesta.
—No te dejes llevar por ello, ustedes fueron los que me sacaron de ahí y me hicieron ver las cosas —dijo este apretando sus puños— Midoriya, Todoroki y tú... Gracias a ustedes pude volver a mi camino y ahora intentar ser el héroe del que tanto quiero llegar a ser.
—¿Ya has acabado? —preguntó con su mano aún en la manija mientras lo apretaba con fuerza.
—Igar-
No pudo seguir escuchándolo por lo que abrió la puerta, entrando a su cuarto para después cerrarlo con fuerza.
Se recostó por la madera esperando a que el presidente de la clase se fuera, y así fue unos minutos después.
Al momento que ya no lo escuchó cerca, arrojó con fuerza su mochila al suelo en un ataque de rabia.
¿Quién se creía él para hablar como si la entendiera?
Le molestaba tanto el que quiera darle un sermón, siendo que ignora la enorme diferencia de ambos casos.
Su hermana estaba muerta.
No como él, quien puede verlo, hablar con él, reír con él y escuchar su voz. Sentir su cercanía.
Llevó sus manos a su cabeza y agarró sus cabellos con fuerza intentando calmarse. Fue hasta su cama para lanzarse en ella y comenzar a golpear lo que encuentre. Tenía que descargarse, si no, no sabía lo que podía hacer.
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Luego de mucho minutos, estaba boca arriba con la respiración agitada. Ya había logrado sacar la mayoría de su enojo.
Giró a ver el marco que tenía en la mesita de al lado, pero su corazón se detuvo en aquel momento.
