Y ella lloró, por ella y para ella. Lloró por sus heridas, por sus fracasos, por el dolor, por decepciones, por las explicaciones que dio a personas que no las merecían, lloro por el amor, por su tristeza, por su soledad, por el desamor, lloró por sacar todo de sí misma, pero lloró mas por las disculpas que se debía. Lloró por no amarse, por no valorarse, por humillarse, por confiar, lloró por darse cuenta que su única amiga era ella misma. Lloró por odiarse, por fallarse. Lloró hasta cansarse, hasta sacar todo la oscuridad que tenía dentro. Lloró hasta darse cuenta de que hace tiempo tendría que haberse perdido perdón, que debió amarse y aceptarse hace tiempo, se dio cuenta que siempre necesitaría de alguien que la saque de esa oscuridad y ese alguien es ella misma. Y lloró. Porque a veces necesitas un poco de agua para volver a florecer.