Capitulo IV

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El recorrido por la ciudad fue de lo más hermoso e increíble que pude haber vivido en estos años. Calles empedradas, hermosos edificios, majestuosas iglesias, todo lo que mis pobres y apagados ojos hubieran visto. Nunca pensé que Guadalajara sería así, ni en mis más remotos y prohibidos sueños. La gente caminaba, corría, bailaba, hablaban entre ellos como cualquier gente normal. Tal parece que no tienen problemas o complicaciones como yo, pero, seamos realistas, todos los tienen aunque lo nieguen.

-Es hermosa la vista, ¿no crees Fri?

La voz de Rosaura me despejó de mis pensamientos. Mirando a través del retrovisor, puso su mirada en la mía esperando alguna respuesta a su pregunta.

-Demasiado para ser verdad.- contesté con una amplia sonrisa.

-Y eso que esto es solo una pequeña parte de lo que hay aquí.- agregó Sergio.

-¿Hay más?- pregunté con mucha curiosidad.

-Te encantará.- dijo Rosaura.

-Bien, señoritas hemos llegado a su destino.

Nuestro querido chofer, detuvo la camioneta justo en frente de un gran edificio blanco con muchas ventanas y balcones. Calculé unos treinta pisos aproximados para un hotel de esa altura, porque era verdaderamente increíble en donde iba a vivir esta larga temporada. La agente y yo nos bajamos de la camioneta con todo y equipaje de la cajuela y mi mochila.

-Las veré más tarde.- se despidió Sergio asomándose por su ventana. -Y bienvenida señorita Huerta.

Asentí felizmente, mientras que él se alejaba de nosotras.

-Vamos querida. No queremos gastar ni un minuto sin hacer nada aquí paradas.

Rosaura tomó mi maleta y nos adentramos al gran y lujoso edificio. El lobby era tal y como el exterior, sólo que más espacioso. Había sillones hechos de madera con terciopelo rojos, mesas de cristal con floreros muy artísticos repletos de rosas rojas y blancas, cuadros con hermosos paisajes pintados y no se puede olvidar el escritorio de reservaciones; al igual que el piso y las paredes, estaba hecha de mármol pulido en el que veías tu reflejo algo abstracto.

Rosaura toco la campanilla plateada de mesa y, en respuesta, apareció un señor alto de tez negra, vestido con camisa blanca acompañada de una corbata roja, pantalones y saco negros y peinado hacia al lado izquierdo.

-¿Qué tal el día agente?- preguntó aquel hombre.

-Todo en orden Óscar, gracias.- agregó ella con suma cortesía. -Permíteme presentarle a la señorita Frida Huerta, nuestra nueva residente.

-Es un placer conocerla. Bienvenida al hotel "Plaza Luna". Soy el señor Óscar Toledo, gerente para lo que usted ofrezca.- saludó con cortesía. Sí que se tomaba su cargo muy enserio.

-Muchísimas gracias señor Óscar. El placer es todo mío.

-Aquí le entregó su llave en la habitación 402, piso 10, con cuartos anexos. -al decir esto, me entregó la tarjeta la cuál era la llave.

¿Acaso escuche bien la parte de "cuartos anexos"? ¿Para qué o con quién compartiría cuarto? Todo sí que estaba muy extraño.

-Bien Fri,- intervino la agente. -vamos a que conozcas tu nuevo hogar.

Tomé mi maleta y, juntas, nos dirigimos hacia el elevador metálico. Al abrirse las puertas, nos adentramos, presioné el botón con el número 10 y se cerraron de manera instante, quedando rodeada de sólo tres paredes de madera.

-No te preocupes querida. Estarás bien entre nosotros. - ¿A qué se refería con eso? ¿Viviría con más personas?

-Estoy algo nerviosa, -y sí que lo estaba. -pero creo que lo superaré.

-Así se habla. -me sonrió tiernamente.

Llegamos al amplio corredor entapizado de azul con algunas sillas de la recpción y grandes espejos y decidí buscar entre las tantas puertas de madera tallada el número 402.

-Aquí está.

Rosaura sí que era rápida para encontrar cuartos. Es parte de su trabajo después de todo. Probablemente ya lo haya visitado un millón de veces, pero es bueno que sepa muy bien los lugares. Fui hacia donde ella se encontraba y le di la llave.

-Antes de entrar, sólo quiero disculparme por no habértelo dicho antes.

-¿Qué cosa? -sentí como mi corazón latía al mil por hora.

-Sólo escucha atentamente a lo que te voy a decir.- realmente estaba espantada. -No vas a vivir sola conmigo.

-¿A qué se refiere?- pregunté algo alterada.

-Así como tú, tengo a otros cinco chicos resguardados en este cuarto anexado.

¿Cómo puede ser eso posible? Por eso 

-Lo lamento tanto Fri.- agregó con un aire de culpabilidad.

Al principio me dieron ganas de decirle mil y una cosas en las que estaba en desacuerdo, pero luego recordé lo que me prometí para sobrevivir estos días: "No permitiré que nadie me critiqué por como soy"

-No se preocupe Rose,- dije poniendo mi mano en su hombro -sé que ellos están aquí por una razón y los entenderé. Si necesitan apoyo, yo se los daré. Probablemente y no me llegué a llevar con alguno de ellos, pero permitiré que me ofendan por ser emo.

Al oír esto, ella se dispusó a abrazarme y a susurrarme en el oído.

-Sé que lo haras. Creéme. Pueden ser un poco raros, pero son muy buena gente.

Concluido el abrazo, tomó la tarjeta, la colocó un orificio y, al instante la puerta se abrío. Ojalá y esos chicos no sean unos malcriados, porque si no se las verán conmigo.

De tras de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora