Sin luminiscencia en esa noche fría
como una luciérnaga indefensa me quedé,
con las alas rotas,
sólo la lluvia podía empeorarlo...
Lluvia de mis ojos,
te vuelves hielo y mi piel quemas;
al fusionarte en cada gota te vas.
De mis mejillas tus dedos se despiden
de mi pecho tu cabeza, no más...
No más Sol, no más linternas,
y las palabras de mi boca vuelan.
Ya no queda más que brillar desde dentro,
encontrar mi luz, esa que todos tenemos,
colorear el mundo con mi expresión.
Vamos, ¡alumbra un poco más!
Cuando la noche es fría y todos duermen,
sólo uno mismo se puede salvar.