A mí me calman las voces y este olor tan familiar. A ella le incordia el mínimo ruido y detesta este olor. Ni en un millón de años me imaginaría esta situación, ni que mis dedos buscan inconscientemente su chat para escuchar sus notas de voz.
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VOICEGASM.2
Estoy mosqueada. Llevo ya una semana y un poco más escuchando ruidos en el piso superior al mío. El problema es que ahí no vive nadie, hay un desván vacío. No sé, nunca he entrado, pero puedo visualizarlo. Soy muy instintiva y algo me dice que ahí no hay ni un alma. Por eso esto es aún más extraño.
No creo en fantasmas, pero sí en personas malas. ¿Y si es un asesino? O aún peor ¿Y si alguien quiere gastarme una broma pesada por ser mi primer año? Sea la respuesta que sea no voy a comerme más la cabeza intentando resolver el misterio. Nunca he sido impulsiva ni me tiro al peligro, pero esto lleva demasiado tiempo molestándome y quitándome noches de sueño.
Espero impacientemente a que comiencen los pasos encima de mí. Efectivamente, cuando el reloj marca unos minutos más allá de las 3, como cada noche, un pequeño movimiento en el piso superior comienza. Muy, muy leve. Agarro mi linterna con fuerza y me decido a echarle la bronca monumental del siglo a quien quiera que esté incordiándome. Algo nerviosa, subo las escaleras. ¿Qué haces Liss? Comienzo a reírme por lo bajini visualizando la cara de sorprendida de quien quiera que esté ahí arriba. Tras un suspiro que sacude toda hilaridad de mí, giro el pomo de la vuelta que revelará a mi molesta vecina.
Olor a libro viejo y... silencio. Mucho silencio. Extremadamente silencioso diría yo.
- Seas quién seas ya no tienes escapatoria – sonrío ante mi comentario tan utilizado en películas de acción.
Nada. Así que me muevo sigilosamente entre la humareda de polvo y cajas que se arremolinan en la habitación. Con la linterna ilumino un largo hueco que hay a mi izquierda. ¿Es eso Cola Cao de la máquina dispensadora? Definitivamente quien quiera que haya estado aquí no es la persona más meticulosa del mundo.
Escucho pasos a mi espalda, tras la puerta por las que acabo de entrar. No puedo arriesgarme a ser pillada en el caso de que fuera una profesora de guardia, así que me escondo en el hueco que estaba observando hace 1 minuto.
Los pasos se van acercando y yo me muevo en cuclillas hacia la caja más cercana y me escondo tras ella. Pero no ocurre nada. Escucho algo de movimiento a mi vera y entonces lo veo. Asomo la cabeza lo justo para que me dé algo de campo de visión y veo un chico. No puedo distinguir bien sus rasgos en la oscuridad, pero parece tan... intranquilo. No sé lo que hacer. Vale, es un intruso y no debe estar en este edificio, pero algo en mí me dice que no es peligroso. ¿Y ahora qué hago? ¿Me muevo? No quiero asustarle. Pero ¿qué digo? Él no debe estar aquí. Justo cuando estoy decidiendo cómo sorprenderle, yo soy la sorprendida. El chico ahora se encuentra observándome desde arriba.
- ¿Eres un fantasma? – pregunta el chico de manera burlona.
Pego un respingo y me quedo con la boca abierta sin saber lo que decir. En otras circunstancias se me hubieran ocurrido mil respuestas ingeniosas, pero no ahora. Yo debería haber sido la que le sorprendiera.
