Todos nos equivocamos alguna vez. Todos la hemos fastidiado alguna vez. Y todos nos hemos arrepentido alguna vez.
Hay que aprender de los errores. Personalmente, no me gusta llamarlo errores. Sino lecciones.
Lecciones que nos ayudan a desarrollarnos como personas. Nada de esto fue un error.
***
Estoy agarrada de la mano de Callum cuando nos dirigimos al gran ascensor de cristal que está situado en el final del pasillo del primer piso. Esta base es enorme, ¿cuántos pisos tendrá?
El señor que controla el elevador, que nos cede el paso, tiene un gran bigote y va uniformado.
- MENOS ONCE - grita el uniformado una vez que ha permitido el paso a otras tantas parejas.
Parece ser que funciona por reconocimiento de voz. Le pregunto a Callum y me responde que sólo obedece las órdenes de Wutan, el bigotudo.
Después de apenas tres segundos llegamos al destino. Las puertas se abren y Wutan nos desea "buena noche".
Me esperaba una gran sala con comida y música. Sin embargo estamos como ¿en un garaje? No lo entiendo... Igual no tenemos el mismo concepto de baile.
- Callum, no es por no saber apreciar la sencillez ni nada pero... ¿Para ti qué es una fiesta?
- JAJAJAJAJA, Ira, esto es un garaje. Donde se guardan los coches ¿sabes? - dice riéndose de mí.
- Ajá, entonces... ¿Los coches?
- En frente tuyo nena - y hace un gesto con la cabeza señalando... NADA.
- Callum, no veo nada.
- Exacto. En vez de ver, observa.
Y entonces veo los coches. Esto es broma. Me están gastando una broma de mal gusto. Igual son todos ilusionistas.
Esto ya me ha pasado dos veces. La primera fue en el muro del túnel de las vías de tren.
Callum me lleva hasta un deportivo rojo. Es precioso.
- Callum, ¿cómo lo conseguiste? - digo sorprendida.
- Ira, cuando perteneces a algún grupo de verdaderos, tienes muchos privilegios... - me dice guiñando un ojo - De hecho, Ed tiene el mismo modelo pero en negro - dice mientras me invita a entrar a la vez que él se aposenta en el asiento del conductor.
Vaya, ha tenido que mencionar a Ed... Bueno, supongo que era inevitable, es uno de sus mejores amigos.
Me quedo atónita cuando solo veo un volante para controlar el coche. No hay ni marchas, ni frenos...
- Callum, a tu coche le faltan cosas para funcionar.
- ¿Tú crees? - dice enarcando una ceja. El deportivo se enciende cuando posa su huella dactilar en medio del volante.
De repente, aparecen múltiples botones táctiles alrededor de mi conductor.
- ¿Me prometes una cosa? - le digo coqueta.