Capítulo 14.

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- Estoy aquí.

La felicidad generalmente no se logra con grandes golpes de suerte que pueden ocurrir pocas veces, si no con pequeñas cosas que ocurren todos los días. Aprecia los momentos mientras puedas, uno no sabe cuando pueden desaparecer.

Ya hacía casi un mes de ese primer beso, habíamos decidido seguir como amigos, pero amigos especiales, de esos que se quieren mucho y se dan cariño mutuamente. Todo iba genial entre nosotros, aunque de vez en cuando los celos nos hacían pasar malos momentos pero ahí era cuando recordábamos que no éramos más que unos simples amigos con derecho y maldecíamos todo. Pero un día eso cambió, él cambió. De un día para otro era un Christian totalmente distinto al que yo había conocido. Ya no era ese chico simpático, dulce, gracioso y bueno que conocía con el que estaba siempre y hablabamos casi las 24 horas del día. Ahora era malo, gruñón, peleón, una persona que le daba miedo a la gente y se alejaban. Hacía casi dos semanas que no sabía nada de él. En el instituto lo veía muy poco pero las veces que estaba siempre me evitaba o se iba cuando veía que me acercaba para hablarle.

- ____, ¿me estás escuchando? -dijo entre dientes mi mejor amiga.

- Kayla, me has dicho lo mismo más de diez veces, ¿cómo no te voy a escuchar? -rodé los ojos.

- Está bien, lo siento. Solo que a veces noto como si estuvieses en las nubes y no me escuchas, como si no te importara lo que te digo, como si no te importara yo -contestó con un tono de voz algo triste.

- A veces eres tan tonta -sonreí- claro que te escucho, también me importa lo que me dices y sobre todas las cosas me importas tú -la abracé. Ella dio un suspiro de alivio y me devolvió la sonrisa junto el abrazo. Odiaba cuando pensaba esas cosas, era mi mejor amiga y una de las personas más importantes en mi vida. El teléfono empezó a sonar interrumpiendo nuestro abrazo y corrí a cogerlo. Miré a la pantalla y era la madre de Christian lo que de me hizo algo extraño.

- ¿Sí? ¿Pasó algo señora Carter? -pregunté preocupada.

- ¿____? Oh mi niña por favor ven a mi casa, te necesito aquí. Chris-Christian está mal, está fuera de control y sabes que tú eres la única que puede tranquilizarlo -dijo con voz algo temblorosa. Al escuchar esas palabras algo dentro de mi me hizo estremecer.

- ¿De nuevo con esa mier*da? Está bien ya salgo de casa -colgué y corrí a ponerme unos zapatos. Kayla miraba cada paso que daba extrañada.

- ¿Qué pasó? -preguntó curiosa.

- Christian -me encogí de hombros.

- Ugh, ¿de nuevo? este chico nos va a llevar por el camino de la locura -espetó- te acompaño amiga -dijo mientras se levantaba de la cama para coger su bolso.

- Gracias -sonreí. Cepillé un poco el pelo y corrimos escaleras abajo para salir de casa. Odiaba cuando pasaban estas cosas. Desde que nos confesó que había a entrado de nuevo en ese mundo se ha vuelto más agresivos con todos y aunque hacía tiempo que no hablabamos, siempre iba cuando me llamaba la madre para que la ayudara, ya que yo era la única que podía tranquilizarlo. Realmente ni yo sabía como hacerlo y admito que a veces me daba miedo, pero lo conseguía. Cogimos un taxi, le dimos la dirección a casa de Christian y en menos de cinco minutos estábamos por fuera. Salí corriendo del taxi mientras Kayla se quedaba para pagar.

Toqué una, dos, tres veces hasta que por fin abrieron la puerta. Era la madre. Su cara estaba totalmente sin expresiones pero en sus ojos estaban reflejados el miedo que sentía.

- ____ cariño, pasa -se apartó de la puerta con una pequeña sonrisa- me alegra tenerte aquí. De verdad muchas gracias por venir, ya sabes como se pone y a mi realmente me da miedo, no sé que hacer en estas situaciones -se acercó y me dio un pequeño abrazo.

Don't lose hope.     {Justin Bieber & tú.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora