°•[Capítulo 26]•°

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Narra: Elizabeth.

Ha pasado más de una hora que no he sabido nada de mis padres, los llame varias veces pero no me respondían... No sabía que hacer... Si quedarme y esperar a que lleguen o salir a buscarlos... Mis ojos me ardían demaciado... Estaban realmente irritados... Las lágrimas no dejaban de escurrir... ‹¿y si voy con la policía?› en serio... No sabía que hacer... Di vueltas un par de veces hasta que decidí llamar a la policía e informales lo que oí.

-policía de...

-¡mis padres desaparecieron! -grité.

-¿cuál es su caso? -preguntó él.

-¿acaso esta sordo? ¡Mis padres desaparecieron!

-JAJA, ni que tuvieran magia para desaparecer...

-¿qué? Me refiero a que se perdieron, pendejo.

-perdón...

-usted es un funcionario público... No debería faltarme el respeto de esa forma, yo no estoy jugando...

-perdón señorita... ¿Hacé cuanto desaparecieron?

-hacé un par de horas...

-¿cómo cuanto? -preguntó.

-no lo sé... Doce horas tal vez...

-bueno, en ese caso... Nosotros no podemos reportarlo como desaparición... Debe ser como mínimo 24 horas, señorita...

-pero, ¡estan en peligro!

-¿cómo lo sabe?

-es que... Yo los llame y oí gritos... Gritos que eran de ellos... Y creo que otra persona les estaba haciendo daño... -Dije afligida.

-ya veo... Dame los nombres de tus padres... -dijo el policía; yo se los di y él dijo que comenzarían un seguimiento.

Pasaron un par de horas, eran como las cuatro de la mañana... Realmente no he dormido... No tengo ganas de nada... Ni siquiera para dormir... De pronto, mi celular sonó.

-¿Señorita Elizabeth? -dijo.

-sí... ¿Quién habla? -pregunté.

-La policía...

-¿han encontrado algo?

-nesecitamos que venga a identificar unos cuerpos...

-¿qué?

-... Sólo venga... -dijo con voz triste.

-ok... Voy para allá...

•••

Yo ya me encontraba en la morgue... De tan sólo entrar en aquel lugar, se erizaron los vellos de mi piel...

-pase por acá. -me informó un policía.

Entré a aquélla sala, el cambio de temperatura fue bastante notorio... Estaba realmente helado en esa enorme Sala repleta de cadáveres... Cadáveres que alguna vez tuvieron vida... Cadáveres que... Que tal vez podrían ser mis padres... No. Ellos no pueden estar muertos... De seguro, son otras personas las que han encontraron... Iré hacia allá, y aquellos cuerpos no serán de ellos. Porque ellos siguen con vida, yo lo sé... Ellos no pueden dejarme sola... No serían capaz... Ellos están en alguna parte... Y están a salvo... «Señorita» escuché que una voz ronca me estaba llamando, una voz que hizo que me despegara totalmente de mis pensamientos.

-aquí es... -indicó a una enorme camilla de metal que tenía una Sabana encima.

Yo me acerqué lenta y confiadamente en que aquellos cuerpos ya sin vida, no pertenecían a mis padres... Poco a poco, estaba más cerca de aquélla camilla, hasta que... Ya estaba en frente de esta. Acerqué lentamente mi mano para levantar aquélla sabana que ocultaba a los cadáveres, de pronto, mi mano tocó la áspera sabana, la tomé y lentamente la fui tirando para poder dejar a la vista los cuerpos... Cerré mis ojos, con un poquito de esperanza confiando en que mis padres no se encontraban ahí... Comencé a abrirlos lentamente, la oscuridad desapareció poco a poco... Ya los tenía abiertos por completo... Observé detenidamente los cuerpos... Al mirarlos, sentí que mi corazón se rompía en mil pedazos... Al ver que aquellos cuerpos yacían en los brazos de la muerte... Al ver que aquellos cuerpos, sí le pertenecían a mis padres... Traté de ser fuerte, un nudo automáticamente se formó en mi garganta... Mis ojos de la nada se tornaron borros, y al notar que una lágrima comenzaba a asomarse, me la limpie rápidamente para que los presentes no notarán su presencia.

-y... ¿Son...? -se detuvo aquel hombre que se encontraba en la habitación conmigo.

-sí... Son ellos. -dije con la voz entrecortada.

-Emm... Ok... Debe firmar... Para...

-ok... ¿Dónde firmo? -pregunté.

-aquí... -indicó.

-ok... -firmé.

Salí de la morgue y fui directo a la casa de mis difuntos padres... No quería que las demás personas notarán mi tristeza. Al entrar a la enorme casa, comencé a llorar descontroladamente, no podía creer que todo esto me estuviera pasando... Quiero gritar fuertemente para desahogarme, estoy al borde del colapso... No creo seguir soportando esto... Estoy cansada...

¿tienes miedo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora