Aquí no hay quien muera

Parte 1

Ahora nos hallamos en Whats&Aparment, un edificio modesto donde todos los miembros de W&C comparten la sal y los buenos días. Hasta hoy, porque hoy es el día en el que me cobraré mi venganza por ser expulsado años atrás ò_ó 

Aún no anocheció, y que sea verano no ayuda nada. 

Me acerco al portal principal para echar un vistazo a la distribución de las salidas, las cámaras de seguridad, si hay ascensor... 

Por desgracia, antes de que pueda poner un pie dentro, una voz me dice que no puedo continuar, que sólo pueden acceder al interior los que vivan allí. Me giro y veo al vigilante de seguridad del edificio, el Sr. Vázquez. Pienso rápido y le digo que soy un familiar de Antony Granadino y que viene a verle. Tras unos segundos tensos de duda me deja pasar, aunque antes me hace firmar en un hoja.

Una vez dentro veo que el ascensor está fuera de servicio, así que me dispongo subir al primer piso por las escaleras, pero antes de llegar arriba, me topo con Melany que desciende toda contenta a paso ligero, seguramente para hacer la compra o ir a trabajar.

No me reconoce tras tantos años, así que la dejo pasar y continúo. Si pude esperar una eternidad, puedo permitirme dejarles algunos minutos de ventaja.

En la primera planta se encuentra Magda, la limpiadora, a punto de fregar el pasillo. 

"¿Va a pasar por aquí? Es que voy a fregar" me pregunta para darme paso antes de comenzar su faena. Me aproximo asintiendo con la cabeza y la pobre no se percata de que será mi primera víctima.

En cuanto estoy al lado, le arranco la fregona de los dedos de un tirón, la parto contra mi rodilla y le clavo una mitad en la boca, empujando su cuerpo convulsionante hasta la pared más cercana, donde termina de hundirse el palo casi hasta el mango. No sé cómo no le salió por atrás, pero eso da igual. Echo su cadáver al carrito de la limpieza y coloco éste en las escaleras, atravesado y apoyado en la barandilla, para que no se me escape ninguna futura víctima. O al menos, que la ralentice.

Muertos: 1

Toco en la primera puerta. Nadie responde, no sé si esa persona duerme, ha salido o siquiera si vive alguien ahí. Tras esperar varios minutos decido llamar a la segunda, pero justo alguien abre la anterior.

En buen momento responde. Es Marc Blanch, por supuesto. Entro a la fuerza llevándomelo conmigo, mientras forcejea como puede...

CONTINUARÁ