together ➵ minsung

II

jisung no siempre ha sido una persona solitaria, tampoco quería serlo, sin embargo sucedió. sucedió con el tartamudeo, con el nerviosismo y con las manos sudorosas, sucedió con el agobio, con la vista nubosa y con las rodillas temblando. sucedió porque todo siempre sucede y porque el tiempo nunca se detiene, aún cuando no puedes respirar y aún cuando te sientes desvanecer. no podía hablar. jisung mientras más mayor se hace, más díficil se le hace seguir el ritmo y sólo se queda ahí, esperando que el tiempo se detenga, alejándose de todos porque no podía hacer otra cosa o porque nunca sabe que hacer.

han pasado dos semanas desde que inició el año escolar, nada ha sido diferente y cree no querer algo diferente, pero sabe que dentro de él hay una chispa que desea el cambio, sin embargo, cuando la chispa se está encendiendo más, jisung intenta apagarla con todo lo que tiene. tal vez está agotado y tal vez la rutina hace todo más fácil.

se sumerge tanto en su cabeza que es todo lo que puede oír, sus pensamientos bloquea cualquier estímulo del exterior, ignorando absolutamente todo. en clases siempre es así, no importa cuan ruidoso sea todo, la voz de sus pensamientos siempre es más alta, ensordecedora. en los recesos va a la cancha que ya nadie usa, se gana debajo de la tribuna donde nadie pueda verlo, tira su mochila al pasto y se sienta sobre ella y come, cada día es igual. así que los días pasan así, sin algo que lo interrumpa.

el sol estaba más brillante que de costumbre, el sudor corría por sus costados, apagando su inexistente buen humor. unos chicos que pasaron a su lado chocaron con él, los oyó decir unas descuidadas disculpas mientras seguían su camino. jisung odia ser tan pequeño, parece que nadie logra verlo. el calor y los cuerpos chocando con él, lo hace querer sumergirse a una bañera de agua fría, y tal vez, no volver a salir.

cuando llega debajo de la tribuna para comer su almuerzo, se saca el polerón rápidamente, no soportando un segundos más estar cubierto. ahí, donde nadie lo ve, puede tener sus delgados brazos desnudos, pero una vez fuera, sabe que tiene que volver a ponérselo, volviendo a sentirse sofocado. pellizca sus brazos porque los odia antes de abrir el almuerzo que preparó su madre.

—¡hola! —saluda un chico —. me preguntaba si podía comer aquí contigo. verás, no tengo otro lugar, no quiero estar cerca de ninguno de esos idiotas, entonces te seguí hasta aquí y esto es perfecto, no hay nadie más... —el chico sigue divagando, pero jisung dejó de escucharlo.

el chico tenía unos dientes de conejo que le resultó adorable, sus ojos se abrían de vez en cuando al enfatizar algo, sus manos se movían tanto que se le hizo imposible seguirle el ritmo. arriba, estira la mano, la baja en puño, vuelve abrirla pero ahora estirando el brazo hacia los costados. jisung no tenía idea lo que estaba hablando, debió ser algo emocionante con tal solo mirar el movimiento de sus manos.

—entonces —dice el chico elevando el volumen de su voz, sacando de sus pensamientos a jisung—. ¿puedo comer aquí?

—sí —es todo lo que logra responder.

—perfecto —dice mientras se sienta al frente de él, con la mochila sobre sus piernas—. me llamo minho, lee minho. estoy en tu grado y conozco a tu idiota amigo, changbin, así que ya sé que te llamas jisung. porque déjame decirte que si no supiera quién eres, no te seguiría hasta aquí, eso sería aterrador.

"el pasto te manchará el pantalón" quería aconsejarle jisung al verlo sentado directamente sobre él, pero no lo hizo, todo lo que puede hacer es mirarlo.

—¿qué es lo que miras tanto? —le pregunta en un tono burlón—. ¿acaso te gusto? —lo acusa moviendo las cejas juguetón.

jisung pone los ojos en blanco y sigue comiendo su comida. minho es un idiota y ya decidió que lo odia. desearía que se calle por un segundo o que directamente se largue y lo deje en paz, debió decirle que no, que no podía comer ahí.

—lo siento, solo estaba jugando —se disculpa arrastrado las palabras—. dios, no eres divertido.

jisung no es nada.