VEINTIUNO

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Samantha estaba pegada frente al espejo contemplando su larga melena dorada, aquellas finas líneas de expresión y los ojos ámbar que hace años no miraba directamente.
Pues estos la miraban indiferentes
La miraban con repulsión
La puerta se abrió y dejó entrar a un hombre alto con cabellos negros moteados de blanco
- ¿Que haces allí? - preguntó el hombre tomando la chaqueta del closet
- ¿A dónde irás? - contestó la mujer ignorando la pregunta
- Ire a Bridgestone - se miró en el espejo arreglando su cabello canoso - Voy a buscar a William
- ¿Que?...
- Necesito hablar con él, yo .... necesito verlo - sus ojos azules profundizaban la tristeza y culpa que sentía
- Ésta bien - respondió Samantha bajando la mirada - Pero antes yo... necesito decirte algunas cosas
- ¿Que pasa? - se sentó en el borde de la cama arrugando la frente
- James.. - trago saliva. Hace bastante que las palabras se habian materializado frente a ella dispuestas a salir, pero ahora con James mirándola, su mente se encontraba en blanco - Lo siento - dijo al fin
- Que sientes - alzó una ceja incrédulo
- Siento mucho que tu hijo te odie - su garganta se cerró
- Sam.. - el hombre se acercó a ella
- No, sabes bien que fue culpa mía - sintió una mano cálida tomar la suya
- Samantha, no puedes culparte por las decisiones de mi hijo - arrugo la frente - ¡Es absurdo!
- No me culpo por eso, James - se levantó de la cama y camino hacia la ventana - Yo te obligue a llevarme aquel día - se giró y lo miro a los ojos - Me culpo, por que esa decisión te hizo daño y lo que yo menos quiero en éste mundo es herirte
James caminó hasta ella, la tomó de la cintura y la abrazo.
Estar en el pecho de James la reconfortaba, la hacía sentir única en el mundo y hablar en ese momento sobre éso con él hizo caer el peso en su espalda
- Tú no tienes la culpa - le tomo la barbilla obligándole a mirarlo - El habría hecho lo mismo incluso si hubiesen pasado cien años. Y yo estoy yendo justo ahora a arreglar aquello
Le dio un beso en la cabeza y salió de la habitación con un sólo deseo en mente
El perdón de William Baker.

WILLIAM BAKERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora