Concentrate

03

—¿Y esa cara? —pregunta Rebekah, cuando salimos de la sala de juntas.

—No tuve una buena noche.

—Yo diría más bien todo lo contrario, luces como si acabaras de tener el mejor sexo de tu vida.

Sonrío.

—No lo tuve. Anoche dormí sola.

—Entonces tu mano hizo el trabajo que un hombre no puede hacerte.

—No.

—¿Vas a contarme?

—No es nada, en verdad.

Ella no insiste pero sé que la cosa no quedará allí. Me tomo el resto de la tarde para continuar con las entrevistas a los posibles candidatos de redactores de la sección de deporte.

Para cuando dan las tres y media de la tarde mi estómago comienza a dolerme y a gruñirme, así que me apresuro a ordenar la carpeta de expedientes de los siguientes entrevistados para después irme a comer.

Me paralizo en cuanto veo la fotografía en la esquina de una de las solicitudes.

Blake Stranton de nueva cuenta. Cejas pobladas, ojos verdes, sonrisa y actitud de hombre serio.

Mi cuerpo se enciende al recordar su cuerpo desnudo, sus fuertes brazos, su abdomen marcado y... Trago duro cuando mi mente se llena de imágenes eróticas.

Antes de terminar abochornándome sola en la oficina, coloco su expediente en el cajón de mi escritorio, tomo mi bolso y salgo con dirección al restaurante italiano de la esquina.

Al llegar al local, el anfitrión me lleva hasta una de las mesas libres y me entrega la carta. Estoy en espera de que me traigan la comida cuando lo veo.

El corazón me martillea desbocado e intento controlarme, él está del otro lado de la calle, conversando alegremente con una chica mientras esperan que el semáforo cambie para poder cruzar.

Parece demasiado feliz y tiene una sonrisa encantadora.

Lo sigo con la mirada hasta que los veo dirigirse a ambos al interior del restaurante.

Él sigue a la chica hasta el área de buffet y la ayuda a sostener una caja de embalaje para comida. Aún continúan charlando tan animadamente y la forma en que ella lo trata y toca provoca que algo se remueva en mi interior.

Aparto la vista en cuanto él desvía la mirada y sus ojos me ubican. Sé que está mirándome porque siento la intensidad de su mirada sobre mí.

Me hago la tonta y no sé porqué espero que él se acerque a mí, pero sí, estoy deseando que lo haga. Me estremezco y un dolor punzante me cruza el pecho cuando lo observo salir del restaurante sin ni siquiera haberme prestado un poco más de atención.

—Estúpido —murmuro.