7-En una celda

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Los ángeles reunidos a su alrededor pasaban conversando, Castiel lo había notado desde que llegó a ese lugar, nadie les miraba con seriedad, nadie les ponía suficiente atención para saber de qué estaban hablando y todos les miraban como si fueran solo una amenaza necesaria.

—¿Pasa algo?—pregunto Gabriel sacándolo de sus pensamientos.

—No...solo...—

Castiel volvió a mirar hacia algunos de los ángeles reunidos en el campamento, Gabriel siguió su mirada sonriendo.

—¿No te molesta la manera en que te tratan?—

—Realmente no—Gabriel tarareo un poco antes de continuar—Cuando volví al cielo ninguno me hablaba o quería mirar sin sentir lastima por mi situación, hasta que tú volviste—

—¿Yo?—Castiel se señaló a si mismo

—Sí, tú eras distante pero al menos me escuchabas y hablabas conmigo como si nada pasara, justo como lo haces ahora—

Comenzaba a dudar si de verdad Gabriel estaba tan loco como todos los demás decían, incluso podría solo ser una farsa del arcángel para poder hacer lo que quiera.

—Castiel a ti te dicen que estás loco por tu desinterés hacia las cosas, no logras comprender más allá de las consecuencias de lo que hagas por eso alguien debe estar contigo, para que no intentes traer a Lucifer al campamento para invitarle una taza de té—

—Oh...¿Y tú?—

—Creo que por mi insistente deseo de morir o de matar a Miguel, además de que quizás comencé a hablar solo, realmente no me importa—

Continuaron caminando un rato más aunque ambos sabían que solo podían dar vueltas por el campamento sin alejarse demasiado, la curiosidad de Castiel al pensar en todo lo que Lucifer y Sam le habían contado crecía, más aun pensando sobre los ángeles contagiados.

—¿Dónde está Raphael?—se atrevió a preguntar, vio como Gabriel detuvo sus pasos mirando con seriedad a Castiel—Lo siento, yo no quería...—

—¿Quieres ir a ver a Raph?—

Eso sorprendió en cierta medida a Castiel pero no negaría la oportunidad de ver al arcángel sanador.

—¿Está en el campamento?—

—Claro ¿Dónde más estaría?—pregunto Gabriel en una manera sarcástica caminando hacia una cabaña—No es como si pudiera estar en el cielo—

Castiel se abstuvo de hacer más preguntas siguiendo al arcángel menor hasta la pequeña cabaña, no parecía ser muy grande además de verse antigua, el serafín estaba seguro que el arcángel Raphael de su mundo jamás se quedaría en un lugar así de...sucio y antiguo e incluso él mismo dudaba de la estabilidad mental de Gabriel hasta que abrió la puerta encontrándose a dos guardias que blandieron sus espadas hacia ellos.

—¿G-Gabriel? Señor ¿Qué hace aquí con...Castiel?—pregunto uno de los guardias mencionando el nombre del ángel de una manera desagradable, era claro que odiaban a Castiel incluso en esa dimensión y ya no le sorprendía.

—Queremos ver a los presos—contesto el arcángel sonriendo con total casualidad.

—Gabriel, no podemos permitir que tu bajes, el comandante Miguel lo ordeno y...—

—¿Qué? No puedo entender lo que dices—

Era leve pero Castiel notaba el cambio en el tono de Gabriel, conocía al arcángel molesto y era algo que nadie quería pero esto era diferente...era una clase de odio tan profundo.

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