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Los días pasaron y en el rostro de Eunwoo resaltaban sus marcadas ojeras y su barba crecida, ya que él solía cuidar bastante su apariencia.

Bin no despertaba y Sanha odiaba ver a su dueño caer en un pozo depresivo, llorando todas las noches y echándose la culpa de lo ocurrido.

Eunwoo no se sentía en condiciones de estudiar, así que consiguió trabajo a tiempo parcial en una cafetería para al menos así poder pagar la renta y los gastos hospitalarios de su novio, aunque sus suegros también le mandaran dinero para ello.

El teléfono de Eunwoo comenzó a sonar, y este al percatarse de que se trataba del número del hospital, soltó los artículos de limpieza que tenía en sus manos para poder contestar el teléfono con urgencia.

—¿Hola? Sí, soy su novio... ¿De verdad? ¿Una transfusión de sangre? Sí, yo soy compatible, sin duda lo haré —se calló por un momento—. Está bien, en dos horas estoy allí.

La llamada finalizó y Eunwoo se lanzó a su cama. Sanha lo siguió con curiosidad. Comenzó a maullar.

¿Qué te dijeron? ¿Era sobre Moon?

—Sanhie, Bin necesita que le hagan una transfusión de sangre. Yo seré el donante. Se ve que su cuerpo está trabajando muy lentamente. —Suspiró.

¡Verás que se recuperará!

Sanha no ha vuelto a visitar el hospital desde aquella vez, pero ahora tenía pensado volver a ver a Moonbin. Estaba curioso acerca de su avance, y quería velar por él.

Eunwoo, estando en completo ayuno, se dirigió a paso veloz al hospital cercano a su hogar, donde Moonbin se encontraba internado. Por detrás, a unos diez metros de distancia, lo seguía su pequeño gato blanco.

Sanha se sentía acosado e intimidado por la calle. Miles de persona que lo miraban con admiración, o que querían tocarlo se le acercaban. Totalmente incomodado por la situación, el minino huía con temor de ser capturado por un desconocido.

Él ya no era un cachorro. Era un gato adulto que se había vuelto muy fuerte y astuto. Cuando algún humano escandaloso intentaba acercársele, él se impulsaba con sus fuertes patas traseras saltando hacia algún lugar inalcanzable para la persona.

Agitado y con el corazón en la garganta, Sanha se dirigió por el camino que ya conocía hacia la habitación de Bin. Eunwoo no estaba, pues se había dirigido al banco de sangre, así que el felino aprovecho para acercarse a la camilla.

Arrugó su naricita al sentir aquel feo olor típico de los hospitales, pero aún así se subió a la mesita adyacente al paciente.

Bin tenía sus ojos cerrados y las heridas de su rostro estaban sanando. Su cabeza estaba vendada, y su expresión facial era tranquila. No parecía estar sufriendo, como lo parecía el día siguiente al accidente.

Ay Binnie... ¿Cuándo despertarás? Eunwoo está mal, ¡hasta ya no se afeita! Me preocupa mucho.

—Sa... ¿Sanha? ¿Eres tú?

El peliblanco escuchó una débil voz y observó hacia todos lados, en busca de su propietario.

Soy yo, Moon, el gato —se escuchó un jadeo—. Estoy atrapado en el cuerpo de Bin y... No puedo hacer demasiado. Necesito ayuda.

¡¡Moon!! ¡Qué alegría oirte! Oh por Dios, ¿qué está sucediendo? Dime algo.

Sanha miraba al cuerpo de Bin, donde parecía que se hallaba capturado el gato negro que le hablaba. No podía observar al felino, mas sí escucharlo.

Claws || ASTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora