Epílogo.

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— Vamos Yoongi. No puedes evitarlos toda la noche. — Soltó Namjoon golpeando suavemente su hombro.

Yoongi rodó los ojos y suspiró cansado. No tenía ánimos de soportar a los medios ni mucho menos a los expertos y críticos del arte.

— Si puedo. Diles que estoy sellando algún negocio con alguien o que me siento mal, da igual. — Murmuró sobre el cristal de su copa antes de dar un trago a la espumosa bebida.

Namjoon soltó una pequeña risa y negó con su cabeza.

— El misterioso artista lo hará de nuevo. — Recitó el moreno. — Ninguna entrevista. Ninguna palabra. Con suerte algún periodista tomará un par de fotos de ti...

— Que se dediquen a disfrutar la exposición. Yo no quiero que me alaben ni que me abrumen con palabras vacías. — Dijo cansado.

Esa noche exponían una de sus últimas obras.

Un hermoso ángel caído.

El cuerpo esbelto y delgado reposaba elegantemente sobre una cama de pétalos blancos consumidos en llamas, desde su cuello colgaba una gruesa cadena, arrastrándola consigo como su penitencia, y su rostro, cubierto celosa y sutilmente por una vaporosa y delgada sábana de seda roja, como una caricia textil protegiendo su belleza de cualquiera que tuviera el atrevimiento de mirarle.

Todo hecho en detallados trazos, melancólicos y profundos, vaciados desde el fondo de su alma, "Peligrosa tentación, hermosa perdición", era en honor a él...

Hubiera preferido mantenerla en secreto. Pero cuando Namjoon la vio en su estudio, técnicamente le manipuló hasta aceptar mostrarla en su nueva exposición.

Y aceptó porque le debía mucho. Sin la oportunidad que él le brindó, seguramente ya hubiera muerto en su propia miseria meses atrás. Kim se había convertido en su único amigo.

Después de un par de semanas sumido en llanto y dolor, había buscado a Namjoon tal y como Jin se lo pidió.

Porque quería que SeokJin se sintiera orgulloso si algún día escuchaba hablar de él. No quería que le olvidara.

Namjoon le brindó la oportunidad que con tanto afán había buscado. Sin embargo se sentía más vacío que nunca.

Construía el éxito en su carrera, pero se sentía desdichado. Su alma solitaria clamaba por aquel que nunca más volvió.

Y esa noche todo el mundo asistía a la inauguración de la nueva exposición. Muchos más artistas trabajando en conjunto para la prometedora exhibición. Sin embargo Min no tenía ánimos de relacionarse con nadie.

Muchos de los importantes invitados habían sido los mismos que le habían rechazado en el pasado por "no contar con el talento suficiente para ser llamado artista".

Así que tener que escuchar cosas de su parte sólo por agradar al "nuevo descubrimiento" no estaba en sus planes. Palabras hipócritas y baratas que no pensaba soportar.

No importaba qué tanto fuera admirado y elogiado. Cambiaría absolutamente todo con tal de volverle a ver.

Deseaba con todo su corazón haber podido congelar el tiempo aquella noche.

Permaneciendo eternamente en su pequeño departamento, sosteniendo entre sus brazos el más preciado tesoro que jamás pudo tener.

La más compleja y preciosa obra de arte jamás creada.

Y aunque comenzó a plasmarle en los lienzos desde que se fue, no era lo mismo. Sus torpes trazos no encapsulaban la verdadera belleza inhumana de su efímero amante. Sin embargo continuó pintandolo. Porque era la única forma de sentirle cerca.

Succubus (SuJin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora