Capítulo VI.

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Todo volvió a iluminarse de repente, aunque no mucho porque estaba a oscuras. Ya no estaba mareado, nada daba vueltas y el dolor de cabeza iba bajando gradualmente conforme pasaban los segundos.

− ¿Qué fue eso? ¿Quiénes eran esas personas? Acaso... ¿mi memoria estará regresando? −. Susurré dentro del armario. Aún la criatura registraba la habitación buscándome.

Decidí pensar en eso luego, primero tenía que encontrar la manera de salir de aquí sin que esa cosa se diera cuenta. Esperé unos minutos más, dándole tiempo para ver si se cansaba de no encontrar nada.

Aún me dolía la rodilla, y no podía pensar con claridad todavía, necesitaba idear un plan para salir de este lugar, de esta habitación, de esta mansión.

Estaba en cuclillas desde que me escondí dentro del armario y el dolor en la rodilla se hacía más y más intenso. Con el mínimo silencio posible, intenté apoyar mi peso en la rodilla que estaba sana, y así dejar que la sangre fluyera por la otra para que aliviara un poco el dolor.

Poco a poco fue aliviando el dolor y pude pensar con un poco más de claridad. La criatura seguía registrando la habitación. − ¿Qué acaso esa mierda no se cansa de buscar? −. Me dije mentalmente. Ya no estaba tan asustado, así que empecé a idear un plan.

Empecé a tantear con las yemas de los dedos en la oscuridad por dentro del armario tratando de encontrar algo que pudiera serme de utilidad en esta situación. Tenía la leve sensación de que había pasado algo por alto, pero o recordaba qué.

Mientras recorría la superficie del armario con mis dedos, me empezaba a desesperar al no encontrar nada de nada, hasta que... toqué algo frío. − ¡Bingo! −. Susurré mientras volvía a mi posición original. Había apoyado todo mi peso en la rodilla que estaba doliéndome, y el dolor era peor que tener una piedra en el zapato. Ahí estaba lo que había estado pasando por alto.

Cerca de las puertas del armario, había un reloj de bolsillo que había encontrado cuando estaba en búsqueda de la llave, pero que había decidido dejar allí porque las manecillas estaban detenidas. Supongo que se habrá quedado sin batería o los engranajes se le habrán dañado o algo por el estilo.

Me apoyé nuevamente en la rodilla, reprimiendo las maldiciones que se avecinaban a salir por el dolor que me causaba estar en esa posición y tomé el reloj. La sensación de la fría plata en mi mano, hacía que me dieran escalofríos. Ya había ideado una clase de plan que me ayudaría a salir de aquí, o eso es lo que se pretende.

Me acerqué a la abertura de las puertas del armario lo más silenciosamente posible, y pude divisar a la criatura cerca del piano revolviendo las partituras que estaban esparcidas por el suelo. Me parecía extraño que aún no me hubiera encontrado habiendo tan pocos sitios en los cuales esconderse.

Su piel babosa brillaba bajo la luz que dejaba entrar la ventana haciendo que se viera mucho más asquerosa. Aparté mi vista de ella y traté de empezar con mi plan cuando... el reloj resbaló de mi mano. Mierda.

Cayó en el armario con un ruido seco alertando a la criatura, esta se quedó inmóvil durante unos segundos, como si estuviera tratando de encontrar de dónde había venido el sonido. Me quedé en silencio, esperando que no se haya dado cuenta de que había sido aquí.

De repente, volteó su cabeza desfigurada y amorfa hacia el armario, fijando su mirada en él. Me quedé petrificado al mirar esos ojos rojos sin vida. Al fin me había encontrado.

Se abalanzó contra el armario brutalmente derribándolo hacia la derecha, mientras hacía el gran esfuerzo de no gritar por el miedo.

Empezó a asestarle zarpazos con las cuchillas que tenía en las manos, astillando poco a poco el armario. Tenía que ver el momento exacto para llevar a cabo mi plan. Pero aún no lo encontraba.

Solo quedaban unos pocos centímetros de madera para que terminara de reventar las puertas del armario, cuando vi la oportunidad que había estado esperando desesperadamente.

Por uno de los huecos que le había abierto al armario con una de sus cuchillas, saqué el brazo sin que se diera cuenta y lancé el reloj de plata fuertemente por el pasillo por donde había venido. Al parecer impactó contra algo, porque se escuchó como algo se hacía añicos, haciendo mucho ruido. Instantáneamente la criatura se detuvo y giró rápidamente la cabeza hacia el pasillo.

Se quedó completamente inmóvil mirando en la dirección en la que había caído el reloj. − ¡Vete, por favor! ¡¡Maldición, vete de aquí, criatura de mierda!! −. Pensé, mientras intentaba con todas mis fuerzas quedarme tan inmóvil como fuera posible. Poco a poco se fue levantando sin quitar la mirada del pasillo, luego dirigió su mirada hacia el armario –o lo que quedaba de él-, y nuevamente al pasillo. Estaba dudando. Maldita sea.

Ya me daba por muerto cuando de un momento a otro, la criatura se decidió al final por ir hacia el pasillo. Se desplazó lentamente hacia él con las cuchillas chocando entre sí. No me atrevía a hacer el más mínimo ruido, ni el más mínimo movimiento. O por lo menos, no por el momento. El sonido de las cuchillas se hacía cada vez menos audible con cada segundo que pasaba. Hasta que quedó todo en silencio.

Pasaron unos minutos antes de atreverme a salir del armario hecho trizas. Me paré frente a él. Y lo contemplé por unos segundos antes de que las piernas me flaquearan y cayera de rodillas en el suelo.

Las lágrimas no tardaron en llegar, y me llevé las manos a la cara para llorar y hacerlo en silencio.

Había sobrevivido al ser atacado por esa cosa.

Estaba vivo.

Por poco.

¡Solo en la oscuridad!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora