—Creo que podrías escribir un libro después de toda esta locura ¿no lo crees?—comentó Alana lanzándome una sonrisa inocente. Puse los ojos en blanco o por lo menos eso fue lo que intenté. La verdad es que nunca sabré sí los gatos pueden entornar los ojos.—Guía práctica de cómo ser un gato en cinco sencillos pasos por Christopher Bryant Vélez—se burló.—Creo que se vendería como pan caliente en invierno...
—¡Cállate!—mascullé ofendido.
—Es una buena idea, Chris. No me lo puedes negar—añadió con media sonrisa. Negué de inmediato y me quedé observándola en silencio mientras ella abría un grueso libro de pastas guindas y se concentraba en la lectura. Alana siempre había sido una chica bonita. Era el tipo de chica con el que podías hablar de lo que fuera y ella siempre te escucharía atentamente sin juzgarte. Era el tipo de chica que definitivamente valía la pena tener en tu vida. Noté como sus mejillas se sonrojaron cuándo apartó la mirada de las hojas del libro y me observó un momento en completo silencio—¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué me miras así?
—Porque es totalmente increíble que estés aquí conmigo ¿sabes? Digo, quitando el hecho de que soy un gato al que nadie puede entender es...fascinante que tú si puedas hacerlo—murmuré y ella rio.
—Supongo que eso significa que tenemos una conexión o algo así...eso suele pasar en las películas y déjame decirte que esto realmente parece una película, así de loco y surrealista—respondió frotando mi cabeza con la palma de su mano.
—¡No hagas eso!—repliqué.
Me quejé cuándo un ronroneo escapó de mi garganta y ella rio de nueva cuenta volviendo a concentrarse en el libro. La observé un momento más y sentí mi pulso acelerarse un momento.
—Escucha esto. Cuenta una leyenda que en la época del año cero se dice que había un emperador de nombre Feles—murmuró.
—¿Año cero? ¿Feles?—pregunté en voz baja.
—El año cero me imagino que debe ser algo así como antes de cristo o algo parecido ¡Y Feles...así es como se llamaba!—respondió Alana encogiéndose de hombros de manera despreocupada.—Aquí dice que era un hombre desconfiado que renegaba de su reino y pensaba que sus empleados trataban de robarlo o algo parecido todo el tiempo. No confiaba en nadie a excepción de una campesina que con el paso del tiempo se dio cuenta que amaba secretamente pero era incapaz de decir algo al respecto porque él era un emperador poderoso y ella una simple aldeana. Eso claramente no era bien visto por la sociedad. Un día sin más decidió dar un paseo por el reino para cerciorarse que todo estuviera en orden pero lo primero que hizo apenas puso un pie en la aldea fue encontrarse con un aldeano que vendía animales, entre ellos...gatos. Él los odiaba así que los miró con asco y cuándo uno se acercó a él, lo pateó lejos de su presencia sin ser capaz de tolerarlo.—leyó Ali en voz baja y me miró un momento.
—Vaya que era desalmado—me quejé y ella me lanzó de inmediato una mirada reprobatoria.
—Te recuerdo que tú también pateaste un gato—replicó—Creo que esto es un castigo divino...un castigo gatuno mejor dicho—añadió ofreciéndome una sonrisa irónica.
—Mejor sigue con la lectura—pedí.
—El aldeano le dijo que estaba desafiando a la diosa Bastet y él se rio de lo que el anciano le decía porque realmente le parecía una tontería. Ordenó a los guardias enviar al hombre al calabozo y después sacrificarlo por faltarle al respeto a su rey. A la mañana siguiente cuando despertó y se miró en el espejo...era un gato al que nadie a excepción de la campesina podía entender—agregó lanzándome una mirada fugaz—Tengo que decir que el hecho de que una Diosa lo castigara de esa manera me parece algo realmente sensato... ¡A mi parecer se lo merecía el tipo!
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¡MAMÁ, SOY UN GATO!|C.V.|Terminada.
Short StoryCuando veas un gato negro...tienes que huir en dirección contraria si es que pretendes mantener tu trasero a salvo. ¡De verdad tienes que hacerlo! Corre y sálvate. _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ C O R R E G I D A.