Era la obsesión más enfermiza que jamás había tenido, incluso en algún punto de su vida pensó en utilizar un pañuelo con cloroformo para dormir al chico y poder admirarlo hasta que éste despertara.
Quería estar a su lado, y lo iba a lograr, pasara lo que tuviera que pasar.
Jeon Jungkook había quedado encantado aquella noche de viernes con su nuevo vecino.
Un hombre que cargaba en toda su aura un porte elegante, una altura que seguro apenas y le sobrepasaría, hebras oscuras como la noche acopladas en un corte demasiado favorecedor, una sonrisa para admirar, labios rosados para besar, ojos almendrados en los que aún no podía descifrar su color, y por último, incluso tan demoledor para la estabilidad de Jeon, una expresión misteriosa al mismo tiempo que encantadora, casi como un secreto por saber.
¿Amor a primera vista?
Definitivamente no, Jungkook no creía demasiado en eso después de lo vivido en su infancia, incluso, por parte de sus amigos se dio cuenta que la idea de estar enamorado habría sido un gran error. Aunque gran tiempo había intentado creer que sus encuentros amorosos podrían crearle una chispa de emoción por esa persona, simplemente no había sucedido, y no planeaba esforzarse más.
El romance cliché no era para todos.
Sin embargo, a tan solo minutos de haberlo visto por fuera de su balcón, Jungkook ya sentía la necesidad de acercársele, de tener su olor penetrando sus fosas nasales, de tener sus ojos perfectamente posados en su cuerpo y sentir sus manos recorriendo cada parte de él, pero Jungkook dejo pasar un pequeño detalle, y era que aquel hombre no había llegado sol.
La perfección, la tentación y la obsesión se unieron aquella noche y desataron el infierno.
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Perfect. |Taekook|
Teen FictionAquella noche la serpiente logro convencer a Adán de morder la manzana, desatando el pecado, la tentación y la obsesión del infierno, provocando que el mismo diablo descubriera el paraíso.