|Cuatro|

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Seis de la mañana apuntaba el reloj con números en color rojo, resaltando ante la oscuridad de la habitación

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Seis de la mañana apuntaba el reloj con números en color rojo, resaltando ante la oscuridad de la habitación. Sus ojos ardían ante la falta de descanso, pero incluso si lo intentaba, Taehyung sabía que dormir al menos un par de horas sería imposible, mucho más cuando el recordatorio sobre aquella visita lo venía controlando desde días atrás.

Harto de los diferentes escenarios que habría creado su mente como una mala jugada en contra suya, se puso de pie y tomo el monitor de la mesa alado suyo, colocándose su bata para aminorar el frío clima, se dirigió hasta el cuarto de Rousse, quién se encontraba plácidamente dormida en su cuna. El mayor admiro la imagen tan angelical y pacifica que su hija reflejaba, sonrió ante la calma que emanaba la pequeña bebé, sus ojos estaban completamente cerrados, dejándole apreciar sus largas y curveadas pestañas, sus mejillas portaban un ligero tinte rosado y éstas mismas, apretando sus pequeños labios, provocaban que estos se entreabrieran.

Rousse era tan hermosa, tanto que dolía cuando las imágenes llegaban a su mente, una pesadilla de la cuál nunca sería capaz de despertar.

Taehyung amaba a Rousse, sin embargo, aquel sentimiento de rechazo nunca término por abandonarlo completamente. Desde el día en que había recibido la noticia sobre que se convertiría en padre, una extraña combinación entre la indiferencia y adoración inundaban su ser y cada poro de él, algo que el mayor nunca logro explicarse, sí bien, aquella pequeña era el fruto de un descarado y ardiente amor, también se había convertido en la causa de su pérdida de razón, o quizá, de la de su amante.

Sus ojos no podían ver más allá del desastre y agonía cuando pisaba la sala de su antiguo hogar, realmente, lo que por un momento creía que se sería una nueva oportunidad, se habría convertido en el peor momento de su vida.

¿Se autoculpaba?, sí, realmente lo hacía.

Día y noche Taehyung se maldecía por no haber logrado poner un alto cuando sus más extrañas ideas se apoderaban de cualquier pensamiento coherente. Odiaba sentir el deseo por obtener más, incluso, cuando la gente le reconocía por su gran trabajo, nunca era suficiente para el mayor, necesitaba escuchar y saber que nadie podría llegar a su nivel, y quizá, eso había sido la gota que había derramado el vaso.

Sin darse cuenta de lo que transcurría a su alrededor, Taehyung sintió la piel de sus palmas arder, miro hacia ellas y observo como sus uñas se encajaban sobre ésta, dejando ver como la sangre comenzaba a acumularse.

-Lo siento tanto, Rousse.- susurro el mayor cuando comenzó a caminar en salida de la habitación.- Supongo que en algún momento tendría que pasar.






Su mente estaba tan concentrada en el camino que ignoro el hecho de que una lluvia estaba por avecinarse. Su voz emitía un apenas audible tarareo, sus dedos bailaban contra el volante intentando seguir el ritmo de la canción que procedía de la radio, el viaje no sería demasiado largo contemplando que lo conocía a la perfección, sin embargo, Taehyung parecía estar entre tantas trabas contra su conciencia que aquel destino no se asomaba ni parecía estar cerca.

Perfect. |Taekook|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora