Conejillo

Flores | Las raíces.

Ustedes no entenderían el porque de mi control hacía él, mi obsesión quizá. En esas noches silenciosas pero con un ambiente tenso, yo veía lo que él realmente era. Frágil. Se perdía entre sus montañas de pensamientos negativos acumulados, no veía la luz de lo positivo. Siempre aparentaba ser tan fuerte, soberbio y amable, que al principio verlo así, en vez de querer alejarme por todos sus problemas existenciales, solo me atrapó. Sí, él, con tantos problemas, tanta negatividad y pesimismo. Tuve pleitos conmigo misma, por quizá alguna vez enamorarme, no sé ni que fue. Pero siempre trataba de ser controladora, acosadora porque sentía una necesidad de protegerlo, pero con tantas personas basura, fingiendo querer a las demás, yo quedaba como una ridícula exagerada, tratando de cuidar a mi querido conejillo. Además, su ego y orgullo eran demasiados como para que una mariposa lo intentara proteger. Era muy complicado, pero yo lo quería mucho. Más bien, lo amaba, lo idolatraba porque fue la primera persona que me conoció realmente, vio mis lados algo maniáticos y en vez de ofenderme, solo me daba ideas y me decía cosas maravillosas. Me hacía sentir querida, que mis locuras eran preciosas, que yo no juego con fuego, yo soy el fuego.  ¿Cómo no iba a quererlo tanto? Qué importaba lo que dijeran los demás, él podía ser muchas cosas, pero siempre lo describía con una palabra; Maravilloso.

Me dijeron demasiadas cosas sobre él que yo desconocía y me lastimaron, porque creí que confiaba en mí. Por eso, mi odio de querer que volviera, de revivir su alma para hacerme sufrir. Traté de matarlo, lo hice, con su cuerpo, pero ahora lo siento tan distante y todo aumenta.

Conejillo; si alguna vez llegas a leer esto, no me importa lo que digan de ti, ni de mí, tú fuiste mi primera musa y aunque estés muerto, eres inmortal metafóricamente por el simple hecho de que escribí sobre ti. Siempre te amaré.