VIII

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JiMin escuchó el sonido de la puerta cuando el reloj marcó las dos y media de la tarde.

HoSeok entró al cuarto.

— Buenos días, JiMin. — La sonrisa en su rostro de borró al ver al chico tumbado con una mirada triste y apagada, con sus ojos hinchados y rojos al igual que su nariz. — ¿Qué ocurre? — Se acercó a él y se sentó a su lado, comenzando a acariciar los mechones de su suave pelo. JiMin volteó a mirar al mayor a los ojos. HoSeok miró la bandeja. — No te comiste la galleta. — JiMin se removió bajo su tacto, de sus labios saliendo un gemidito de incomodidad. El mayor agarró un trozo y lo acercó a los labios del bajo, tratando de separar sus carnosos y gruesos labios con la esquina de la galleta.

Los labios de JiMin eran perfectos. Muy gruesos y hermosos, de un rosa anaranjado y suave. Parecía que estuviesen bañados en elixir. HoSeok se arrodilló en el suelo, cubriendo su cuerpo con la cama, para ocultar su repentina creciente erección, mientras seguía intentando separar los labios de JiMin bajo su atenta mirada, sumisa y bonita, con sus pupilas dilatadas.

Logró que el chico entreabriese sus gruesos labios engatusado, y HoSeok aprovechó para meter el trozo de galleta entre estos con cuidado y de forma lenta, haciendo de su erección un dolor insoportable y placentero.

JiMin no se quejó y comió el trozo de galleta. HoSeok observaba el rostro del chico y no pudo evitar recordar su trasero. Maldijo a sus hormonas por crear tremenda fiesta en su cuerpo y sin darse cuenta llevó una mano a su mejilla, acariciando con el pulgar su carnoso labio inferior. Su cuerpo ardía, necesitaba deshacerse de esa molesta erección, pero no quería dejar de mirar al chico que ahora cerraba sus ojos ante su toque, acomodándose. HoSeok llevó su mano a su cuello y siguió acariciando, viendo como JiMin relamía sus labios, y volvió a acariciarlos con su pulgar, su bello erizándose al sentir aún la saliva del chico en estos.

— Acabaré dormido si no para. — Su voz sonaba como un suave ronroneo.

— Creo que debería ir a ducharme, JiMin. — Murmuró con voz grave, sin moverse.

— Vaya. — JiMin posó su mano en la del mayor y la quitó de su mejilla. HoSeok sonrió y gateó hasta su cómoda, tratando de ocultar su erección ante los inocentes ojos del menor. Agarró una ropa holgada y cómoda y caminó con rapidez hacia la ducha, desnudándose cuando cerró la puerta del baño y entrando con rapidez a la bañera. Giró la manilla del grifo y el agua helada cayó contra su espalda sacándole un siseo. Después de ducharse, ya calmado, se vistió y salió del baño, volviendo al cuarto.

— ¿Te encuentras mejor que ayer, JiMin? — Sonrió cuando el chico asintió. Agarró su mochila y sacó uno de sus libros. — Tengo que estudiar, si quieres me voy.

— HoSeok, no se vaya, por favor, no me molesta.

— Está bien. Se sentó en la orilla de la cama y JiMin le hizo un espacio. El mayor agradeció y se acomodó con un cojín entre su espalda y el respaldo.

Leía, releía, subrayaba y de vez en cuando miraba a JiMin, que había caído dormido a su lado. Se convenció a sí mismo de que había estudiado lo suficiente y caminó hacia su mochila de nuevo, guardando el libro y agarrando su cuaderno. Lo abrió por la última página en la que escribió y sonrió al ver el papel roto de una esquina, recordando cuando le entregó su número a JiMin en su coche.

Caminó de vuelta a la cama y tapó a JiMin, que se había hecho un ovillo en el colchón en el momento en el que se fue de su lado. Agarró un bolígrafo azul gastado y apoyó el cuaderno en su regazo, acomodándose para escribir. Inconscientemente desvió su mirada al chico y no pudo evitar sonreír, su mano moviéndose por la libreta trazando palabras.

Beautiful - HopeminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora