4. Y se marchitarán las rosas

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Click.

- No tienes por qué hacer esto...

De verdad...

Somos amigas...

Siempre lo hemos sido...

Click.

Por favor...

Yo siempre...

siempre he estado de tu parte...

Confiaba en ti...

Click.

Por favor...

Sniff.

No lo hagas...

¿Por qué?...

Click.

- Mi pequeña Rose... no lo entiendes ¿Verdad? No tenía alternativa. Fue todo culpa suya ¿Sabes? Dijo que me amaba y me traicionó. Me abandonó como si yo no fuese más que un juguete en sus manos. Y él, él me robó lo que yo más quería en este mundo. Debía morir. Tu solo eres un daño colateral querida, tu no entrabas dentro de mis planes. Ya sabes que te quiero, como si fueses mi hermana te quiero, pero, ya deberías saber que la curiosidad mató al gato. Pero a ti no, no voy a matarte. Si hubieses sido cualquier otro sería muchísimo más fácil, pero no te mataré. -La pequeña pelirroja sonrió desesperada a través de sus labios ahogados por el sabor salado de sus lágrimas.

- Gracias... yo... no diré nada... te lo prometo... -La pelinegra sonrió. Pero no era una sonrisa amable, de hecho, era una sonrisa exenta de todo tipo de cariño o compasión. Solo mostraba una calmada y fría crueldad.

- Eso ya lo sé preciosa. No dirás nada. Nunca. -La joven presionó un paño contra los labios y la nariz de la menor que trató de resistirse hasta caer inconsciente. - Tranquila mi pequeña, no te dolerá.

La pelinegra tumbó a su amiga encima de la camilla y sacó unas pinzas y un cúter muy fino y alargado. Abrió la boca de la pelirroja y con suma cautela y un pulso completamente estable introdujo las pinzas hasta llegar al fondo de su garganta y palpó con finura hasta encontrar lo que buscaba. Aún con mayor cuidado introdujo el cúter cerrado hasta alcanzar la posición de las pinzas, con estas hizo espacio para cerciorarse de hacer un corte limpio y deslizó la cuchilla lentamente abriendo el cúter. Con un gesto certero de muñeca cortó las cuerdas vocales de la chica asegurando así su silencio... para siempre. Sacó con cautela el cúter y las pinzas de la garganta de la chica y sonrió satisfecha de su trabajo.

Miró a la chica dormir y se sentó a su lado en la camilla, apartando los utensilios. Reparó en el móvil que descansaba en el bolsillo de la chaqueta de la joven, lo cogió un momento, pero volvió a dejarlo en su sitio. Si Rose avisaba a alguien más, y seguro que lo haría, la cosa se volvería aún más interesante de lo que ya era de por si. Ya había habido un pequeño daño colateral... no le importaba que hubiesen algunos más.

- Tranquila Rose, yo cuidaré de ti.

Le dio un suave beso en la frente y se alzó.

- Buenas noches mi pequeña.

Salió de la sala cerrando la pesada puerta metálica y asegurándola con un candado. Echó un vistazo a la galería de su móvil y sonrió sádicamente. En las cuatro fotos aparecía la pequeña Rose atada de pies y manos en una expresión de puro terror a cada cual más deliciosa según su parecer. La pelinegra soltó una carcajada, sabía que se darían cuenta de la desaparición de Rose, solo era cuestión de tiempo...

pero el juego tan solo acababa de comenzar.

SecretsWhere stories live. Discover now